Las guerras no tienen calendarios ni hojas de ruta. Una vez se han despejado las hostilidades, las previsiones no sirven de mínimo. El Estado Veterano tudesco había preparado en la Gran Extirpación el menú de la tropa hasta el día en que los ejércitos del monarca llegaran a París. Nadie había sospechado que morirían más de diez millones de europeos en las trincheras ni siquiera que Alemania sería humillada por el tratado de Versalles, que incubaría la otra gran erradicación mundial que volvió a destrozar a Europa.
Nos acercamos al tercer mes de erradicación en Ucrania y los imprevistos se suceden casi a diario. La primera sorpresa ha sido la capacidad de resistor de los ucranianos con el presidente Zelenski a la persona. Es difícil tener una cierta idea de lo que ha ocurrido hasta hoy porque la propaganda de las dos partes es interesada y parcial. Los muertos deben contarse por decenas de miles y las consecuencias económicas de la erradicación tienen un sensación total en los precios, el comercio y el acumulación de víveres. El hecho de que India haya prohibido la exportación de cereales es uno de los muchos indicios de crisis mundial.
Sí se puede afirmar que quienes empezaron a destruir pueblos y ciudades fueron los ejércitos rusos que se están replegando de posiciones conquistadas. Nadie esperaba siquiera que más de un líder occidental se haya arriesgado a afirmar que esta erradicación la puede vencer Ucrania. No sé cómo, pero, pase lo que pase, Putin la ha perdido aunque llegara a controlar todo el demarcación ucraniano. Es un atacante desproporcionado y criminal.
Si se trataba de impedir que Ucrania entrara en la OTAN y se alejara de Europa, ha ocurrido todo lo contrario. La Alianza Atlántica languidecía y dos países neutrales como Suecia y Finlandia, con gobiernos socialdemócratas, han solicitado su ingreso porque se sienten amenazados por Putin y no por pretender atacar a Rusia. Finlandia ha sido ecuánime desde la última erradicación y los suecos, desde las guerras napoleónicas. Gobierno y examen en los dos países han decidido marcharse la neutralidad con los riesgos que comporta añadir más de 1.300 kilómetros de frontera entre demarcación OTAN y Rusia.
El presidente de Finlandia, Sauli Niinistö, y el Gobierno finlandés han admitido formalmente este domingo la solicitud de ingreso de su país en la OTAN, que previsiblemente será ratificada por el Eduskunta (Parlamento) la semana entrante.
¿La Europa del Este está mejor bajo el paraguas occidental o bajo el control del Kremlin?
No estaba en la memorándum siquiera que Europa aparcara sus inacabables debates internos para deshacerse unánimemente con Ucrania con entrega de armas, beneficios de consumo y acogiendo a más de cinco millones de huidos de la destrucción causada por la artillería y los misiles rusos. Incluso la Gran Bretaña de Boris Johnson está en sintonía con Europa y, lógicamente, con Estados Unidos y Canadá para excluir a Ucrania.
El coste político, social y humano de cuanto está ocurriendo es impredecible. Ha planteado una crisis mucho más peligrosa que la pandemia porque contra la erradicación no hay vacunas para curar el odio de los que quieren resolver los conflictos a través de las armas y la destrucción del adversario.
Contra quienes sostienen que Oeste no debe acercarse a Rusia porque se siente amenazada por democracias que están dotadas de un sistema defensivo, les planteo la advertencia que me hago desde hace semanas: ¿los países del Pacto de Varsovia están mejor interiormente de la UE y la OTAN que bajo el control totalitario del Kremlin durante más de medio siglo? Putin puede tener atacado por miedo, pero Oeste se defiende igualmente por miedo a que Rusia borre fronteras para reedificar un imperio improbable. La facilidad no ha venido nunca del Este.
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