Cogió un post-it amarillo y empezó a anotar. No le costó mucho hacer los cálculos. Cuarenta abriles teniendo la regla cada mes, a doce meses por año, restamos embarazos y extras, tantos meses, tantas horas… Quería entender qué se habría ahorrado con la estatuto sindical por reglas dolorosas, de ocurrir existido en su tiempo. Tres días por mes, durante doce meses, son treinta y seis días libres al año. Multiplicado por cuarenta abriles de sangrados, un total del 1.440 días festivos y retributivos.
Reconociendo la caricatura del cálculo y más allá de la chanza, el resultado es terriblemente expresivo. La donna del post-it pertenece al conjunto de mujeres que hemos pasado por la vida sindical con reglas amazónicas sin chistar. Igual hicimos mal. Un día nos enteramos de que en Japón se aplicaba la desvaloración por reglas dolorosas desde 1947 y ni se lo comentamos a nuestros varones por si las moscas.
Retorcidos de dolor, pidieron que se les retirara el simulador de reglas
Existe un simulador que reproduce el dolor menstrual, diplomado por intensidades. El otro día, sin ir más allí, pasé un buen rato viendo el test por televisión. Aplicaban el aparatito al mondongo de los hombres voluntarios –algunos a valimiento de la nueva ley, por solidaridad conyugal, otros furibundamente en contra– que pasaban por la calle. Todos expresaron su sorpresa, se retorcieron de dolor y pidieron que cesara la bromita.
Una mujer con dolencias por la regla
No estoy muy segura de si ha sido acertado este avance, déjenme que reflexione pros y contras y me relea las razones de Irene Montero, de Yolanda Díaz y además las de Nadia Calviño. Lo de la estigmatización, lo de la endometriosis. Pero lo que sí sé es que la vida profesional de algunas –les capital anécdotas tan cansinas como las de la mili– hubiera sido mucho más llevadera.
Cuarenta abriles con anemia ferropénica a cuestas se han gastado de impresión con una menopausia, contra todo pronóstico, alentadora. Por fin, al menos, caminar sin resoplar.
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