Es bochornosa la dejadez en la que se encuentra el parque del Clot. Por las noches resulta dificultoso conciliar el sueño porque, al parecer, está permitido hacer botellón y ruido.
Sin requisa, la dejadez más absoluta viene de parte, precisamente, de muchos vecinos. Sacan a sus perros, los sueltan en zonas no permitidas y miran para otro costado cuando defecan, orinan o corretean entre quienes intentan disfrutar de un rato tranquilo.
No estaría mal, como ya pasa en algún sitio, exigir el código hereditario de cada animal para que cuando se encuentren las deposiciones les llegue la correspondiente beneplácito municipal a los auténticos responsables: sus dueños.
Francisco Millán López
Barcelona
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