Los cuentos de Pere Calders de Antaviana supusieron el gran descubrimiento de Dagoll Dagom. El musical Mar i cel, a partir de la obra de Àngel Guimerà, que el próximo año será su adiós definitivo con la última reposición, fue la consagración.
Y ahora, la compañía quiere despedirse con un extremo musical de creación que supone un retorno a los orígenes: una acomodo de L’alegria que passa, de Santiago Rusiñol. Tres autores catalanes habrán afectado el casi medio siglo de historia de éxitos de la compañía creada por Joan Lluís Bozzo, Anna Rosa Cisquella y Miquel Periel.
L’alegria que passa, que se estrena el lunes en el Poliorama, es una habitación corta que el dramaturgo Marc Rosich ha convertido en un musical, completándola con otros textos del escritor modernista; Andreu Gallén ha compuesto la partitura y Ariadna Peya firma la coreografía.
“Es un musical reformador en muchos de los lenguajes que utilizamos, pero muy Dagoll Dagom, teniendo presente siempre que trabajamos para mayorías selectas”, declara Cisquella, productora ejecutiva y única de los tres socios aún en activo. “Es un tesina de peligro para arruinar nuestra carrera, haciendo el trabajo en equipo, como en los orígenes de Dagoll Dagom”.
L’alegria que passa cuenta la historia de un pueblo con una sola manufactura, donde llega una compañía para llevar a cabo. “Un industrial contrata a unos artistas para aceptar un poco de alegría al pueblo grisáceo”, refiere Rosich, que incluso es el director de panorama. “La obra explora cómo el arte y el teatro nos pueden cambiar la vida”.
Los nueve intérpretes, “virtuosos como músicos y bailarines”, afirma Gallén, tanto son el pueblo grisáceo como los artistas. Y al frente, el corregidor y el director de la compañía, que es la misma actriz, Àngels Gonyalons, que vuelve a Dagoll Dagom en esta despedida: “Ha sido una alejamiento más que unos ensayos, con un formación que nos hace crecer”.
El reparto se completa con Mariona Castillo, Jordi Coll, Júlia Genís, Eloi Gómez, Pol Guimerà, Basem Nahnouh, Pau Oliver y David Pérez-Bayona.
L’alegria que passa tiene previsto estar un par de meses en el Poliorama, sin data de finalización. “No jugamos a hacer un musical tradicional, sino a crear un verbo que quizá hemos manido poco en el teatro, pero que llegue a todo el mundo”, concluye Gallén.
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