Diez años después de una violación con sumisión química donde "todo falló"

El 22 de junio de 2012 un hombre violó a la entonces estudiante de Periodismo Mònica Llop en una masía de Moncada, en Valencia, tras haberla sometido químicamente con droga -perdió el conocimiento- en una fiesta privada a la que había acudido para escribir una crónica para un diario valenciano. Le pasó a ella, pero la víctima podría acaecer sido la que firma este reportaje, tu mama -no, no hay vida para sufrir una violación- o la mujer que esta mañana te ha vendido la mostrador de pan.

Llop tiene claro que la violencia sexual y machista que ha sufrido forma parte de un todo, por lo que siente la responsabilidad de entrar hasta el final del caso que la ha hecho sentirse "muerta", tener enfermedades crónicas, perder relaciones o gastarse todo su patrimonio. "Como persona que habita este mundo, tengo la responsabilidad social de informar de un problema. El problema le afecta a otras personas y me siento responsable. Evidentemente, me he cuidado y lo he comunicado cuando me he sentido protegida", asiente.

El sentenciador archivó la causa por no acaecer acentuado a nadie, pese a que le hallaron restos de semen en el cuerpo

Ese momento ha llegado diez primaveras luego, en 2022. En su día ya llevó el caso a los juzgados, pero pronto lo archivaron por no acaecer acentuado directamente a un solo culpable (tiene sospechas, pero incluso lagunas por la sumisión química), pese a que se le encontraron restos de semen en el cuerpo que podían haberse analizado, y por descuido de pruebas.

Ahora, tras sentirse apoyada por su entorno y encontrar una abogada especializada, Sònia Ricondo, ha presentado un escrito de reapertura de la causa en el Chancillería de Instrucción nº3 de Moncada, ayer de que prescriba en junio de 2023, por apreciar "numerosas irregularidades".

La periodista Mònica Llop

La periodista Mònica Llop. 

Mònica Llop

Mònica Llop denuncia que, tras la violación que sufrió, "todo falló" en el sistema: "Viví un frío increíble y una gran descuido de humanismo. Me sentí muy sola". Lo primero que recuerda de aquella oscuridad es que, en cuanto se repuso mínimamente, se quitó a cualquiera de encima, llamaron a la policía y le llevaron en una ambulancia, le pusieron un pijama y un forense en prácticas la exploró: "Me tocó la vagina él, todo eran hombres". En el hospital no le dieron ni la pastilla del día luego, que se la tuvo que retribuir un amigo que había en la fiesta, porque a ella le habían robado el móvil y la cartera.

Posteriormente del paso por el centro de vitalidad, aún bajo los mercancía de las drogas, le sentaron contiguo a dos guardias civiles para decidir. Los agentes dudaron inicialmente de su palabra: "Tenemos que asegurarnos de que la denuncia no es falsa. ¿Cómo sabes que te han violado si no eras consciente? Me metían en un camino sin salida para que yo misma me contradijera. Posteriormente de estudiar mi revelación, pedí cambiarla aunque no es positivo porque aun te cuestionan más... ¡pero es que yo no estaba entonces en posición de decidir!".

Mònica Llop

"Todavía me dijeron que las marcas del cuerpo, como los moratones en tobillos y cuello, me las podría acaecer hecho en una relación sexual consentida. ¿Cómo quieren que vaya, con las piernas rotas, mutilada?", se pregunta. Ese es uno de los grandes problemas de la violencia por sumisión química: "No es una violencia física que se ve a ojo, así que te cuestionan mucho. Y te hacen percatar culpable porque si te ha pasado, es tu pecado por no haberte cuidado".

Todo este proceso lo vivió en solitario, horas luego de acaecer sido violada con 20 primaveras. "En junio de 2012 estaba en shock mientras declaraba. Falló el asesoramiento a la tribu. Falló el abogado de oficio, que no empatizó conmigo. Falló el entendimiento, que no realizó las pruebas pertinentes aunque a mí se me encontraron restos de semen en las pruebas forenses. Falló la Protección Civil, que me cuestionó diariamente. Fallaron todos los protocolos de compañía. Falló parte del entorno que, por no estar preparado, lo hizo pequeño y lo ocultó. Todo esto te lleva a pensar que eres tú la que has fallado", lamenta Llop.

La periodista Mònica Llop

La periodista Mònica Llop. 

Mònica Llop

Entonces inició un espacioso proceso para cuidarse. Inició terapia fuera del sistema manifiesto porque internamente no tenía posibilidades; de hecho, cuando decidió personarse al Instituto de las Mujeres de València, siete primaveras luego de la golpe, le dijeron que tenían como prioritarios los casos recientes.

Encima del tiempo que necesitaba para mejorar su vitalidad mental, que subraya que es "fundamental" en víctimas de agresiones sexuales -"de una violación no te olvidas mañana, igual no se te va del cuerpo hasta que te mueres", sostiene-, el hecho de proceder de una tribu de clase trabajadora incluso le impedía surtir el ritmo financiero que exige un caso así -por los tratamientos por la sanidad privada delante la descuido de medios en la pública, por el proceso contencioso, etc.-. "Tengo 100 euros en el mesa. El Estado no me ha ayudado en ausencia, me lo he tenido que retribuir todo yo. He requerido diez primaveras", asiente Llop.

Mònica Llop

La periodista dice que "cogió fuerzas" para ir al supremo en 2019, cuando fotocopió "a mano" las casi 300 páginas de las diligencias previas. "Era la primera vez que veía y tocaba los papeles de mi caso", recuerda. En este proceso, incluso cambió de abogada porque la original, pese a ser del entorno feminista, no le dio el apoyo que necesitaba.

Ahora, con el escrito de reapertura del entendimiento presentado, se siente "contenta": "He sanado y he construido un puente de superación imprescindible para poder morar mejor y que siento que quizás puede ayudar a otras". "No creo que funcione la imparcialidad en este país, pero sí creo que tengo que hacer todo lo que pueda para divisar este tipo de violencias para que se activen ciertos protocolos". Venida a este punto, piensa entrar hasta el final: recurrirá e irá a la Audiencia Franquista, si hace descuido.

Sin datos oficiales de agresiones a mujeres con "pinchazos" en la Comunitat Valenciana

En las últimas semanas estamos conociendo un gran número de casos de pinchazos a mujeres, como técnica de sumisión química. Las fiestas de Baiona se saldaron con 122 denuncias por este motivo, en Sanfermines hubo ocho y en Catalunya, 21 más, por citar algunos casos.

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Víctima de un reventón en una discoteca: "Me desplomé al lugar de diez minutos"

En la Comunitat Valenciana, fuentes de la Delegación del Gobierno y de la Policía Particular de València señalan que no tienen constancia de que se haya producido ningún en este división, aunque una mujer sí lo ha denunciado en el FIB de Benicàssim y fuentes conocedoras hablan de algún caso en zonas de fiesta de la ciudad de València. Fuentes de la Policía Particular de València admiten la incertidumbre: "No sabemos a qué nos enfrentamos ni qué sustancia se está inoculando".

Una indagación elaborada por la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas y el Comunidad de Gandia revela que el 57,7% de los entrevistados considera que el uso de esta praxis con la finalidad de violar o golpear sexualmente es más frecuente de lo que se piensa y el 40% afirma conocer a cualquiera que ha sufrido este tipo de agresiones.

Un porcentaje similar afirma acaecer podido ser víctima involuntaria de la ingesta de sustancias químicas realizadas por personas conocidas. Cerca del 84% opina que el consumo de sustancias químicas puede aumentar el peligro de sufrir una golpe o violencia sexual cerca de las mujeres y el 60% cree que han aumentado las agresiones sexuales en espacios de ocio.

Víctima de un pinchazo en una discoteca:

Víctima de un reventón en una discoteca: "Me desplomé al lugar de diez minutos"

Para Mònica Llop, los casos conocidos derivan de un camino decano y más rápido a la información, ya que "esa verdad siempre ha exitido, pero no se ha visibilizado nunca". "No conozco a ninguna mujer que no haya sufrido algún tipo de golpe sexual", sentencia.

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