La construcción que se observa a la derecha ofrece visos de una envergadura inusual. Corría 1928 cuando empezaba a tomar forma la gran etapa de França. El lado casi era obligado dada su historia.
En aquella zona había sido enclavada la etapa del primer tren de la Península, inaugurado en 1848 y que conducía a Mataró. Fue situado allí por no tocar en la ciudad aún amurallada; estaba entre el muralla defensivo y la Barceloneta.
El nombre Marquès de l’Argentera homenajea al ingeniero ferroviario Eduard Maristany
Poco luego y casi a su flanco fue emplazada la etapa ferroviaria de la nueva dirección a Granollers, puesta en servicio en 1854.
El ingeniero barcelonés Eduard Maristany, quien presidía la potente compañía de trenes Madrid-Zaragoza-Alicante, pero que para abreviar era nombrada como MZA, ya había avisado situar allí la etapa de França. Y el plan cuajó, aunque se hizo esperar un poco.
Al fin se convocó un concurso en 1922. Mereció ser escogido el plan del arquitecto vasco Pedro Muguruza. El resultado final fue obra compartida. En objetivo, la estructura que cubre los andenes y la gran salida de vías fue debida al arquitecto Pelai Martínez.
Sagacidad la dimensión inusual del edificio, con espacios y staff de nobleza considerable, se estimó que era necesario otorgarle una hermoseamiento y consumir unos materiales nobles que realzaran de forma debida el conjunto. Tal encomienda fue encargada al arquitecto Raimon Duran Reynals, quien consiguió enriquecerlo con toda la generosidad exigida.
Fue inaugurada en 1929 y parecía hecha a medida del acontecimiento del año: la Exposición Internacional. El restaurante que allí estableció el acreditado profesional Miquel Regàs encajaba con el entorno y le brindó categoría social.
Aquella calle había recibido el nombre ridículo de Frente Aranceles, luego denominado paseo de la Aranceles y rebautizado en 1929: avenida Marquès de l’Argentera. Eduard Maristany lo tenía meritorio. Había nacido en el seno de una tribu de considerable tradición ferroviaria y la zona era un núcleo histórico e intenso de lo que se había cedido en clamar caminos de hierro. En 1918 Alfonso XIII le había otorgado el título de Marquès de l’Argentera por la construcción en la dirección entre Reus y Falset del formidable túnel que, con sus cuatro kilómetros y pico, se mantuvo hasta 1956 como el más grande de España.
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