“Nos preguntan en muchas ocasiones en qué somos diferentes y yo no sé qué opinar. Porque lo que hacemos ya se hace en otros lugares”, dice Susana Lominchar, directora de El Cole de Celia y Pepe. Pero la efectividad es admisiblemente distinta. Ese cole es muy diferente a cualquier otro centro de educación distinto, al menos en España. Es el primero que aúna en las aulas la parte educativa con la clínica, y eso es una diferencia abismal. Y si no, que se lo pregunten a los 33 niños de entre 3 y 16 abriles con trastornos neurológicos y diferentes patologías y que tienen en popular trastornos del habla que acuden cada día a este cole, y a sus familias. ¿El pero? Es un centro privado que se financia con lo que aportan los socios y empresas (la Fundación la Caixa apoya el colegio desde el primer día) porque es empírico y tendrá esperar un tiempo a que la compañía pública contribuya a la financiación de unos métodos innovadores, que empiezan a dar claramente sus frutos, como señalan sus responsables.
Pero empecemos por el principio. El Cole de Celia y Pepe nació en el 2018, un año a posteriori de la Fundación Querer, entidad presidida por Pilar García de la Predio, una institución sin humor de provecho dedicada a la educación, investigación, difusión y concienciación social relacionadas con niños con micción educativas especiales derivadas de sus enfermedades neurológicas.
Y nació como siempre suele ocurrir con este tipo de proyectos, por el empeño de una origen (Pilar) para que su hijo, nacido con una enfermedad rara que le hacía olvidar cada mañana lo aprendido el día aludido, tuviera las mismas oportunidades que el resto. Porque esos niños tienen los mismos derechos que el resto.
Leyó, estudió, investigó, habló con los mejores neurólogos y se trasladó a Estados Unidos en exploración de modelos de atención para su pequeño Pepe. La fuerza de una origen. Y allí descubrió proyectos educativos innovadores.
Un total de 33 niños acuden cada día a este centro de educación distinto, divididos en clases de ocho alumnos
De regreso a Madrid, buscó financiación “hasta debajo de las piedras”, y así surgió la Fundación Querer, con tres pilares claros: el educativo, la investigación y la divulgación y concienciación de los trastornos neurológicos y del habla.
Y así nació El Cole de Celia y Pepe, centrado en la intervención de niños con enfermedades raras y trastornos del habla. La parte educativa y la clínica unidas. Ocho niños como mayor por clase, con dos profesores (el tutor y uno de apoyo) que ofrecen el currículo escolar adaptado, a los que se suman un terapeuta, un logopeda y un psicólogo. “Todos a una”, señalan con orgullo Elisa Peinado, coordinadora pedagógica del centro y la psicóloga Sara Serrano.
Mañana, Peinado participará en las III Jornadas Neurocientíficas y Educativas enfocadas a Enfermedades Neurológicas Infantiles y Trastornos del Idioma, para explicar los proyectos de innovación educativa para la mejoría de la comunicación, centrados en el uso de las tecnologías, los símbolos, los sonidos para posibilitar la comunicación y la mejoría del habla. “El éxito es claro. Hace poco, una origen nos decía entre lágrimas que al fin había podido escuchar opinar a su nene: ‘Mamá, te quiero”, explica Elisa Peinado.
A Sara Serrano le faltan palabras para detallar a los alumnos de este cole: “Son muy especiales, unos luchadores. Son niños que han nacido sabiendo que la vida es más difícil para ellos que para el resto y lo afrontan siempre con una sonrisa. Son niños como el resto, que quieren divertirse, aventurar, estar con los compañeros, que quieren formarse... quieren estar”.
“Una origen, entre lágrimas, nos dijo que al fin había podido escuchar opinar a su nene: ‘Mamá, te quiero’”
Y para ellos, los proyectos como el Fútbol Terapéutico por el que apostó desde el principio el Deportivo de Madrid cuando se le presentó. Este ayudará en un futuro a muchos niños. “Y de eso se alcahuetería, de que salgan de aquí proyectos para ayudar a muchos niños en todo el mundo”, señala la directora de El Cole de Celia y Pepe.
Otro plan es el de los calcetines solidarios Waves Socks, diseñados por niños de entre 9 y 16 abriles, y que ellos mismos venden, ocupándose del almacén, de la tienda, de comprobar las tallas, de la liquidación... “Ellos demuestran que pueden hacerlo, que son capaces de hacerlo. Enseña a un nene, estimúlale y verás de lo que es capaz”, dice Peinado.
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