Entramos en la consulta y hay una pantalla de ordenador y una apero. Un casco elástico con 19 conectores que se me conectan a la comienzo. Y al instante puedo ver en el ordenador las olas electromagnéticas que emite mi cerebro. No estamos en el hospital, sino en una consulta psiquiátrica probando el neurofeedback, un estrafalario y revolucionario método que algunas clínicas usan para combatir la ansiedad, la depresión y los trastornos de adeudamiento de atención e hiperactividad (TDAH).
Un episodio de Friends formará parte de la terapia. ¿Cómo?
La Clínica Sant Gervasi, liderada por el doctor especializado en psiquiatría Albert Blasi, es una de las que aplica esta técnica, que él estudia desde el año 2009. “Cuando el cerebro tiene problemas y derrocha mucha energía o tiene muy poca, podría acaecer un sistema que lo enseñe a autorregularse? La respuesta es categóricamente sí”, dice el doctor Blasi para defender este método que usa contra la angustia, la ansiedad, el estrés postraumático y los déficits de atención.
Una vez el maquinaria está conectado al cerebro, entra en panorama el episodio de Friends, que es el que utilizamos en este caso pero que todavía podría ser un videojuego, un documental o cualquier imagen que atraiga nuestra atención: “Con los sensores tengo la información que el cerebro nos está dando y la actividad cerebral. Le ponemos una película o una imagen inteligible y aquella imagen o videojuego funcionará solo con una condición: que esté siguiendo el protocolo”.
El protocolo son las áreas del cerebro que tiene que activar, las olas que el cerebro tiene que emitir para cobrar este premio. En nuestro caso, la doctora que muestra el investigación a RAC1 las asocia a las olas alfa, las de laxitud. Cuando el paciente no se relaja, la pantalla se oscurece hasta concluir totalmente negra. Cuando el paciente se relaja, la imagen vuelve a ser visible nítidamente.
El cerebro lo hace automáticamente porque sabe hacerlo y, según los defensores del neurofeedback, a copia de acostumbrarse acaba favoreciendo más bienestar del paciente. Las sesiones cuestan 55 euros y hacen equivocación unas 20, como pequeño, para ser del todo efectivas y que el cerebro se acostumbre a crear las olas, explican en la clínica.
Pero a pesar de que se prostitución de una técnica que tiene su origen en los primaveras 60, que tiene investigadores que lo han defendido y que se aplica con frecuencia en los Estados Unidos, en el estado gachupin no está todavía del todo aceptada. Hay bastantes estudios científicos que cuestionan la efectividad, pero, sobre todo, según la psicóloga clínica del Hospital Hermanos Trias y Pujol de Badalona, Sara González, “hay muy poca evidencia científica de su efectividad”.
González asegura que “la colchoneta, que es el aberración de formación, es 100% científica”, así como la útil para advertir las olas cerebrales es totalmente válida y probable. “Aceptamos que las olas cerebrales pueden durar a ser modificables a través del neurofeedback. Hay un brinco teórico entre que las olas puedan ser modificables durante la sesión y que esto quiera opinar que estás interviniendo en un signo o patología”, defiende González.
La psicóloga todavía defiende que “en los trastornos, no hay una correlación entre el trastorno y las olas del cerebro porque no solo está implicada la actividad eléctrica”. “Como que el cerebro es más confuso, cuando hay una depresión se usa más la resonancia magnética que no el electroencefalograma”, añade. Todo y el incredulidad, González reconoce “cierta operatividad en el tratamiento del TDAH”, pero no superiores a otras terapias empleadas.
El doctor Blasi, en cambio, se muestra convencido de la técnica a partir de la progreso de sus pacientes en los doce primaveras que hace que lo aplica y de estudios científicos que la defienden. “No tengo ninguna duda de su operatividad, pero entiendo que estas dudas se puedan crear”, defensa, y reconoce que “la investigación tiene que seguir” para demostrar la operatividad.
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