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¿Son los chips vegetales una mejor opción que las patatas fritas convencionales? (Montserrat Cuevas, lectora)
¡Hola! Los chips de verduras son cortes de hortalizas que se han frito, y los más comunes suelen ser la zanahoria o la remolacha. Asimismo podemos encontrar otros tubérculos como el boniato, que sí que tendrían una composición mucho más parecida a la de la papa.
Es secreto aclarar que se negociación de verduras u hortalizas enteras. No estamos frente a un caso como las pastas de colores, porque ahí sí que tenemos un producto a almohadilla de trigo al que solamente se le añaden pigmentos de espinacas, zanahoria o tomate con el fin de colorearlo.
La remolacha y la zanahoria son las verduras que más se usan para elaborar chips vegetales 
Ya de inicio tenemos una propuesta que es mucho mejor que la papa frita convencional: es menos calórica (esto es importante, legado que los snacks muchas veces incluyen una gran cantidad de energía no percibida) y más saludable.
Hay que tener en cuenta no obstante, que aunque esta alternativa sea preferible, siquiera es la idónea o la mejor forma de tomar verduras. Estos chips suelen tener un contenido elevado de sal y el aporte del unto de la fritura. Son mejores, pero no perfectos.
Una buena opción es que en casa cortemos unas verduras sin cocinar en forma de crudités para adjuntar salsas, guacamole o hummus. No solo tendremos un aperitivo perfectamente sano, sino que asimismo habremos ahorrado suficiente efectivo, ya que los chips de verduras son suficiente caros.
En definitiva, son una propuesta que podemos incluir en algún aperitivo, pero sin imaginarnos que son igual de saludables que las verduras frescas.
La verdura cruda troceada es un aperitivo saludable 
¿Dejar de tomar goma entera ayuda a adelgazar? (Silvia Pardo, lectora)
En los estudios científicos que tenemos sobre pérdida de peso, composición corporal y consumo de lácteos enteros, vemos que no hay una diferencia reseñable entre aquellas personas que los consumen en lectura desnatada o en lectura convencional.
Durante los primaveras 90 existió una gran presión y muchas campañas promovieron los lácteos desnatados. Estos mensajes se basaban sobre todo en la reducción calórica que sufría el producto a la hora de desnatarlo, y asimismo a las aparentes ventajas de ceñir el consumo de lubrificante (aunque ya hemos explicado alguna vez en el consultorio que esta no es la mejor logística de pérdida de peso).
Los lácteos desnatados son menos saciantes 
Aunque en principio pueda parecer un enfoque que sí que está justificado y tiene sentido popular, la repercusión de desnatar un lechoso no siempre es la esperada, ya que conlleva una reducción importante en la palatabilidad y en el sabor, explicando entre otras cosas por qué los lácteos desnatados normalmente suelen estar azucarados o edulcorados.
Adicionalmente, los lácteos desnatados tienden a ser menos saciantes, y en un contexto ad libitum (en el que las personas pueden consumir comida en una situación de expedito capricho), se ha observado que los lácteos desnatados acaban produciendo un viejo consumo de otros alimentos a lo dispendioso del día. Estas pegas no compensan a esa reducción calórica de quitarle a un vaso de goma unos 3-4 gramos de lubrificante.
En definitiva, la intrepidez de tomar lácteos desnatados o enteros tiene muy poca importancia en la reducción del peso de una persona y tendría más sentido escogerlos basándonos en otras variables, como el sabor o las preferencias personales.
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