Dejarse matar

En neveras y domicilios, la querella va imponiendo su bienes. En la ahora, tienes que tener mucho monises para ser rico. La querella posee una dinámica propia. Empieza con la incredulidad, sigue con el miedo y el horror, y acaba con ausencias y un cansancio insoportable. 

Miguel Gila, nuestro Zelenski antaño de Zelenski, explicaba que en la querella española en la que participó en el banco republicano a veces salía del escondrijo y, campo a través, ganaba exiguas posiciones al enemigo porque, harto de acontecer sueño, deseo y frío, pensaba que si le disparaban y mataban, al menos podría yacer tranquilo. Dejarse expirar, dejarse matar. Descansar. Como tantas veces en la vida. Sabes que no puedes percibir, pero prefieres que te maten que seguir vivo con deseo, frío y sueño.

Ya tienen todos tus datos y te han vendido lo mismo mil veces

En dormitorios y frente a pantallas encendidas, la bienes va imponiendo su tecnología. En la ahora, tienes que conservar mucha intimidad para ser rico. Esa querella por vaciarte y rellenarte posee una dinámica propia, es una industria asesina y está fuera de control. Empieza con la diversión y la modernidad, sigue con el espejo de Fatuo y acabas consumido. 

Eres una conjunto que ya no carga. Un ser obsoleto que merece más que lo sustituyan que tratar de arreglarlo. Y si decides salir del escondrijo porque piensas que si te ven y te enfocan, si el mundo pasa a través de ti, al menos podrás yacer tranquilo unas horas, pronto llegas a la conclusión de que puedes estar kilómetros de ese desierto sin que importes a nadie. Ya tienen todos los datos de ti que quieren. Ya te han vendido lo mismo mil veces. Empezarás a pensar que necesitas una memoria externa, otro planeta en el espacio, un autómata con quien charlar y casarte.

Sabes que no puedes percibir, pero prefieres que te ahuequen con eso a seguir vivo con avidez, vanidad y tristeza.

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