Situación límite

Es posible que en las últimas horas Boris Johnson, que según los analistas británicos se encuentra en una situación confín tras la dimisión del secretario del Fisco y los titulares de las carteras de Lozanía, Educación e Infancia, haya trillado delante sus colaboradores aquella frase que en circunstancias parecidas pronunció su admirado Winston Churchill: “Habrá que acostumbrarse a las críticas, incluso las anguilas se acostumbran a que las despellejen”.

Pero no solo se alcahuetería de críticas, sino de una situación de provisionalidad en que entró el premier britano a posteriori que el 41% de sus colegas del Partido Conservador votaran a valenza de la moción de censura contra su persona, de eso hace un mes. Theresa May, su predecesora al frente del Gobierno, superó una moción de confianza (y de forma más amplia) y cinco meses a posteriori presentaba su dimisión irrevocable. La afición es igual de desastrosa que una traición, incluso según Churchill.

Johnson cita a Churchill, que dijo que “incluso las anguilas se acostumbran a que las despellejen”

Dos pesos pesados del Estancia de Johnson, Rishi Sunak y Sajid Javid, figuran entre quienes han tirado la toalla tras la tibia reacción en el escándalo sexual que afecta al número 2 del rama parlamentario, Chris Pincher, designado por el premier a pesar de su dudosa reputación. Cuando todavía el ruido del partygate permanece en el entorno, dos hombres han acentuado a Pincher de intentar excederse de ellos mientras se encontraba en estado de rapto en el exclusivo Club Carlton, que antiguamente fue sede del Partido Conservador. No era la primera vez que Pincher acosaba a colaboradores, pues ya fue investigado hace tres primaveras.

Los cuatro ministros que han presentado su dimisión lo han hecho con duras críticas sobre la desidia de títulos y la incompetencia del partido bajo el liderazgo de Johnson.

Boris Johnson está cada vez más atrapado por la inflación, las tensiones en Escocia e Irlanda del Ideal, la crisis con Bruselas por querer cambiar las reglas que él mismo firmó para salir de la UE y por los escándalos de sus colaboradores. Recuerda a aquel Mr. Bean que, intentando cocinar un pavo en Navidad, acaba con la capital metida interiormente del ave, dando bandazos contra las paredes sin poder aclarar la puerta para pedir ayuda.

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