Este domingo, tal y como volaban los kilómetros, volaban las proezas en el maratón de València.
El desconocido Abel Kiptum (23) firmaba 2h01m53s y se convertía en el tercer maratoniano de la historia, tan solo por detrás de los legendarios Eliud Kipchoge y Kenenisa Bekele.
La etíope Amane Beriso (31), otra desconocida, desbordaba a la gran Letesenbet Gidey y registraba 2h14m58s, otro Top 3 en la historia del maratón, tras Brigid Kosgei y Ruth Chepngetich.
Y al fondo, emergía la silueta de Marta Galimany.
(...)
Abel Kiptum, en el maratón de València
04/12/2022" class="lazy"/>
Galimany (37) tenía diez abriles en aquel día de 1995 en el que Ana Isabel Alonso había ido a pasar el maratón en 2h26m51s: aquello había ocurrido en san Sebastián, entonces el maratón fetiche en nuestro país, de la misma forma que València lo es ahora.
Correctamente, pues ahí lo tenemos.
Esto es València y esta es Marta Galimany, y así son los tiempos que corren hoy.
–Todo iba admisiblemente. Cada kilómetro era valentísimo. Sin rumbo, un poquito de fresco... Habíamos vacada algún segundo, iba cómoda. Roger (Roca, su compañero de entrenamientos y liebre en València) iba tomando los tiempos, hacía cálculos y me decía: ‘venga, que nos sobran doce segundos...’. Y yo, mentalizada.
–¿Iban muchos en el género?
–Al principio, incluso demasiados. Se había formado un género enorme que ocupaba casi todo el pancho de la calle. Esas cosas te pueden poner nerviosa. Algunos se cruzan, otros empiezan a dar cambios de ritmo...
Galimany nos atendía en la tarde de este domingo, tras la siesta, tras encender el móvil y hacerse cargo su compromiso: debía centenares de respuestas.
Pues las gestas se aplauden, y por la mañana había firmado 2h26m14s: había roto aquel añejo récord de 1995.
(“Espero que lo disfrute tantos abriles como lo he hecho yo”, confesaba este mismo domingo Ana Isabel Alonso, la mencionado plusmarquista, a la agencia Efe).
Marta Galimany, con la calificativo de plusmarquista española, en València
–¿En qué momento ha manido que tenía el récord a mano?
–En el kilómetro 34. Habíamos superado una subida ligera, una de las pocas que hay en el itinerario, y ya no había más obstáculos. Me sentía cómoda y en el ritmo.
Y sabe de qué deje, pues nadie se conoce como ella.
Pespunte con seguir sus sesiones de entrenamiento, las sesiones que su preparador y pareja, Jordi Toda, cuelga en las redes.
En vídeo, una tirada de 20 series de 400m en la pista sintética de Valls. A veces le acompaña Roger Roca, su liebre ayer. Otras veces, ahora en solitario, un trote de 30 kms en un bosque en Font Romeu, en altura.
–Di un brinco de calidad el año pasado, al firmar con Adidas. Con el resolución en la mano, pude despuntar a dedicarme profesionalmente al atletismo.
(Hasta entonces, Galimany había compaginado los entrenamientos con su trabajo en un laboratorio de Geodinámica: es ambientóloga).
–¿Tanta diferencia hay entre ser amateur o profesional?
–Hombreeee. Yo no dejé el trabajo hasta que tuve el resolución sobre la mesa, un resolución que me permitiese comportarse de esto. Y sé que, cuando deje el atletismo, podré retornar a trabajar (no hay prisa: su éxito en València le generará un premio de 30.000 euros: 5.000 por la vencimiento y 25.000 por el récord castellano). Pero, volviendo a su pregunta, le diré que ahora tengo más horas para recuperarme y centrarme en lo que hago. Puedo hacer concentraciones en altura y estar más focalizada en el atletismo. La esencia está en el alivio.
Marta Galimany, de rodillas, celebra su éxito en València 
(Cuando se concentra en Font Romeu le acompaña Jordi Toda, que había sido un magnífico mediofondista en los abriles noventa; los dos viven juntos: “Mientras yo alivio, Jordi trabaja”, dice Galimany).
Y ahora profundiza en sus sistemas de entrenamiento:
–He llegado a pasar 217 kilómetros en una semana, ese es mi pico mayor. Tengo muchas cargas semanales de 200. Pero el secreto está en los trotes controlados. Nunca voy a ritmos máximos, sino relativamente suaves (y puntualiza poco: si corre a 3m28s por kilómetro, como ayer en València, su pulso ronda los 150 latidos por minuto).
–¿Y cómo es su vida? ¿Va fundida, siempre con sueño y con penuria, como suelen ir los maratonianos?
–No lo crea. Mi vida se ha limitado a pasar, tomar y tumbarse, pero no estoy agotada. De hecho, en los días más duros manejamos el doble entrada. Por la mañana toca un trote intenso y por la tarde, las series. Lo que pasa es que, al día sucesivo, viene un rodaje suave. Y ese rodaje me sirve para recuperarme.
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