Aún es de día en la comarca barcelonesa del Bages y, al menos en su aldea más septentrional, la retrato y su supuesto olor a azufre ya coronan el Paraíso de media tarde.
El reinado del adiátere, tan indiscernible de la tenebrosidad nocturna, ha llegado ayer de hora a Cardona.
Tierra de títulos nobiliarios -el ducado de Cardona fue el más importante de la Corona de Aragón en el siglo XV, conocidos sus portadores como reyes sin trono-, del río Cardener, de las minas de sal y de festejos con becerrada, es su castillo quien permanece erguido en la defensa tácita de la ciudad, sobre la colina en cuyo faldón hacen y deshacen los cardonenses.
Construido en el año 886, obra de Wifredo el Velloso -así recordado por su aspecto de primate-, el castillo de Cardona alberga en la ahora las instalaciones del Parador de la ciudad -un recomendado hotel cuatro estrellas-, donde destaca la reconocible Torre de la Minyona, el principal atractivo turístico unido a las grutas salinas.
Este torreón con forma de central nuclear -languidecido a la fracción de su talla original- asumía las funciones de vigilancia de la ciudad y de calabozo, y debe su nombre a la sirvienta de la casa (minyona, en catalán), cuya humilde morada incluso debió hacerse un hueco entre el enladrillado del bastión.
Estas impactantes imágenes de Josep Badia para Las Fotos de los Lectores de La Vanguardia hacen constar el intrusismo de nuestro adiátere natural -en disposición creciente- sobre la Torre de la Minyona y el castillo de Cardona. Una postal tan espectacular como, cuando menos, extraña.
Los interesados en participar en Las Fotos de los Lectores tan solo deben escribir un email a la dirección de correo de nuestra sección de Billete (participacion@lavanguardia.es) adjuntando la fotografía, explicando detalles de cómo y dónde fue tomada y aportando los datos del autor para la firma de la imagen. Es importante indicar en el asunto del correo: ´Fotos de los Lectores´.
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