Muchos artistas suelen dedicarse a una disciplina principal mientras anhelan otra. La pasión casi oculta de Toni Batllori Obiols era la de cincelador. Cuando descubrió las rocas de los bosques de Olost, donde compartía una masía para cambiar de aires, pronto empuñó el martillo y el cincel. La culminación con el arte que él bautizaba como el de picar piedra la alcanzó con la obra Malip, a partir de un agrupación enorme que compró en una cantera de Extremadura. El Malip ocupa hoy un espacio preeminente de la ciudad.
El Toni caricaturista constituye la columna vertebral de un oficio que corría por sus venas, heredado del padre, Antoni Batllori Jofré –discípulo del mítico Junceda- que dibujó en el Patufet y el TBO. Su estilo, no obstante, es poco totalmente opuesto. Empezó deconstruyendo el trazo hasta que convirtió la caricatura en un flash definitorio, allá de cualquier identificación realista. La tira diaria era el recipiente idóneo para las escenas que inventaba.
Precisamente este era el formato a pie de página de El Defensa, la sección satírica semanal que con un clase heterogéneo de atrevidos empezamos a informar en La Vanguardia en 1991. El ritual que mantenía con él, cada viernes, consistía en unos desayunos que se alargaban hasta al mediodía en los que me entregaba el dibujo que saldría al día futuro. Al final de cinco primaveras, Toni inauguró su espacio Ninots en la sección de política donde ha dibujado ininterrumpidamente hasta este mismo sábado.
Con el hombre, el comediante y el amigo todavía corrimos otras aventuras juntos, en la ilustración de libros, el diseño de carteles de espectáculos y la modelación de Pepito Napoleón, un muñeco de ventriloquía, que se parecía mucho a Aznar. No hace mucho, comiendo juntos cerca del mar, con un hilo de voz a causa de la repentina enfermedad, expelía la empuje de siempre, rehuyendo el lamento, animado y decidido a no dejar nunca de dibujar en este diario, cosa que ha conseguido hasta el zaguero día. De artistas capaces de ser expeditivos con una lata de papel y de ver la luz a través de una piedra hay muy pocos.
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