Las ‘banlieues’, el laboratorio de la modernización de Francia

Las mismas ‘banlieues’ que se sublevaron en el 2005 no mostraron ninguna solidaridad con los chalecos amarillos. Son una existencia sui géneris.

El 27 de octubre del 2005, hace dieciséis abriles, dos adolescentes, Zied y Bouna, murieron electrocutados en el interior de la subestación eléctrica en la que se habían refugiado para escapar a un control policial. Esa tragedia sería el punto de partida de los disturbios urbanos más violentos de la posguerra en la Francia continental y llevaron al gobierno a resolver el estado de emergencia, una situación inédita desde el final de la hostilidades de Argelia. En el 2019, otra cuestión territorial sacudió Francia. La convocatoria Francia periférica se rebeló contra el poder central y parisino y gritó su desesperación y su resentimiento por encontrarse maltratada, marginada del mejora financiero y abandonada en el plano político. En ese momento, lo que se ha convenido en convocar banlieues permanecieron en silencio. Ningún movimiento global, ninguna reivindicación, ninguna solidaridad con la Francia de los chalecos amarillos que, sin retención, invocaba problemas perfectamente conocidos por los habitantes de los barrios populares. En el 2020, Sena-Saint-Denis y, pegado con ese sección, los habitantes de los barrios populares de las grandes ciudades afectadas por la covid en la primera ola de la primavera del 2020 pagaron un elevado tributo a la pandemia: una sobremortalidad anormal, la más entrada de Francia; insuficientes centros sanitarios; una importante comorbilidad de unas poblaciones pobres que padecen, en maduro medida que otras, patologías peligrosas (obesidad, diabetes).

Esas crisis políticas, sanitarias y sociales han puesto de manifiesto la especificidad de los suburbios pobres de las grandes ciudades francesas: el exceso de mortalidad por un costado, cierta marginalidad política por otro, que algunos asocian a la idea de que las banlieues son un espacio párrafo, lo que explicaría su silencio. ¿Son las banlieues francesas un agujero indignado de la República? La respuesta es compleja.

1. Las tres características de las ‘banlieues’ pobres francesas

En presencia de todo, ¿de qué hablamos? Las banlieues se identifican en Francia por la estadística pública y la acto pública: son territorios urbanos donde más de la porción de la población vive con menos de 11.250 euros al año, es proponer, un 60% del ingreso medio franquista.

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Patrulla policial en el suburbio de Saint-Denis en el 2015 tras los atentados de París. 

Francois Mori / AP

Esos barrios están muy concentrados en el país franquista: un 63% de la población total de los barrios prioritarios de la política urbana (QPV, según las siglas francesas) vive en vigésimo departamentos. La región parisina, Île de France, concentra casi un tercio (31%) de la población residente en esos barrios, cuando solo representa un botellín (19%) de la población francesa. Con un 38% de la población residente en uno de sus 63 QPV, es proponer, 602.000 personas, Sena-Saint-Denis es de remotamente el sección con maduro proporción de población residente en un ciudadela prioritario.

Los barrios prioritarios son evidentemente los más pobres: la renta habitable de sus habitantes era en el 2014 de unos 13.200 euros (1) frente a los ingresos medios de 20.400 en la Francia metropolitana (2). En esos barrios, la parte de los ingresos por actividad (un 60% de media) es inferior a la observada de media en Francia (en torno a un 73%). La diferencia es aun más alto si nos fijamos en la parte de los ingresos patrimoniales en la renta habitable (en torno a un 3,5% como media en los barrios prioritarios frente a un 11% a escalera franquista) y la de los impuestos (-9% de media en los barrios prioritarios frente a -17% en la Francia metropolitana).

En los barrios prioritarios, un hogar de cada cinco está compuesto por una comunidad monoparental, frente a uno de cada diez de media en Francia. Parecido situación natural es a menudo equivalente de pobreza: en un caso sobre cinco, la comunidad se encuentra por debajo del puertas de la pobreza, y en más de un 80% de los casos el natural es una mujer. La tasa de empleo mujeril en los barrios prioritarios (42%) es, por lo demás, claramente inferior a la media francesa (60%).

En el plano escolar, las diferencias de resultados con el resto de la población son considerables: en materia de competencias esperadas en francés al final de tercero (14-15 abriles), solo un 35% se adquieren en los centros más desfavorecidos, frente a un 80% en los más favorecidos. Son desigualdades que tienden a consolidarse a desprendido plazo: mientras que los resultados siguen degradándose para los alumnos más desfavorecidos, los resultados de los más favorecidos tienen tendencia a estabilizarse e incluso en ciertos casos a mejorar. Esas desigualdades no se incrementan de guisa uniforme a lo desprendido de las trayectorias escolares: ya en el preescolar y la escuela primaria, está en dificultades el 80% de quienes acabarán abandonando el sistema escolar. El instituto, tanto el sabido como el privado, incrementa las brechas (3). Así, un estudiante de secundaria de cada dos residente en un QPV estudia formación profesional, frente a menos de un tercio (29%) de los que residen fuera de esos barrios. La tendencia se invierte cuando se tráfico de la enseñanza secundaria genérico, elegida por la porción de los alumnos residentes fuera de los QPV pero por menos de un tercio de los bachilleres procedentes de esos barrios (28%) (4).

A child raises his finger to speak as French President Emmanuel Macron visits the Bouge primary school in Malpasse district of Marseille, southern France, Thursday Sept. 2, 2021 as twelve million children in France went back to school Thursday for the new academic year, wearing face masks as part of rules aimed at slowing down the spreading of the virus in the country. French President Emmanuel Macron, accompanied by several ministers, is on a three-day visit to the southern city of Marseille to address security, education and housing issues. (AP Photo/Daniel Cole, pool)

En el plano escolar, las diferencias de resultados con el resto de la población son considerables en las 'banlieus', para mal

Daniel Cole / AP

Pobreza, fracaso escolar: a esas dos características se añade una tercera, la cachas presencia de la inmigración flamante. Recordemos en este sentido algunas cifras. La proporción de inmigrantes en la población francesa se estancó de 1975 a la período del 2000 a pesar de la política de reagrupación natural. Y, desde el momento de la presentación de Nicolas Sarkozy al Empleo del Interior en el 2002, y, más aun desde que asumió la presidencia de la República en el 2007, el número de inmigrantes volvió a ascender, a pesar de que llevó a lugar una vigorosa campaña para la regulación de los flujos migratorios y la inmigración selectiva. Varios fenómenos exógenos se conjugaron para explicar ese aumento, pero la correlación de los hechos recuerda una evidencia: sobre el tema del control de la inmigración: hay que ser prudentes, modestos y evitar las declaraciones grandilocuentes.

El otro engendro, muy importante pero mucho menos conocido, es la extrema concentración geográfica del engendro desde hace treinta y cinco abriles. A partir de la período de 1980, arranca una dinámica de densificación de la población inmigrada en el país de Île de France: la proporción de inmigrantes en la población de la región parisina era de un 13% en 1982 (frente a un 7,4% en la Francia metropolitana), de un 19% en el 2015 (frente a un 9,2% a escalera franquista). Por otra parte, en 1982, sobre los 10 departamentos de la Francia metropolitana con maduro proporción de inmigrantes, solo 4 pertenecían a la región parisina: París (18%), Sena-Saint-Denis (15,6%), Altos del Sena (13,5%), Valle del Marne (13%). En el 2015, los ocho departamentos de Île de France formaban parte de los 10 departamentos con maduro número de población inmigrada. Hoy, Sena-Saint-Denis cuenta con un 29% de inmigrantes, el Valle del Marne un 21% y París un 20%. Por posterior, de modo más genérico, la proporción de población inmigrada es, en conjunto, en los barrios urbanos pobres dos veces superior que en la Francia metropolitana (20% de media frente a un 9,2%). Así, para simplificar, podemos proponer que la maduro parte de la nueva inmigración recibida en los últimos treinta abriles se ha concentrado en los municipios más pobres de Île de France. En esas circunstancias, no cerca de sorprenderse del auge del comunitarismo y del separatismo.

¿Por qué esa concentración geográfica? Porque los inmigrantes llegan para trabajar. Y se comportan como agentes económicos racionales: acuden a Île de France porque es de remotamente la región francesa que más riqueza crea. En 1976, la región producía un 27% del PIB franquista y representaba un 25% de la renta bruta habitable en Francia. En la ahora, produce un 31% del PIB franquista, pero solo un 22% de la renta habitable. ¿Por qué? Porque el sistema social redistribuye de forma muy generosa la riqueza creada. ¿Mediante qué mecanismo? Las cargas sociales que gravan el trabajo financian un 85% del coste total de las pensiones y un 61% de la financiación total de la protección social. ¿Y a quiénes van esas transferencias? ¿A los inmigrantes, a través de las ayudas familiares y la renta mínima (Renta de Solidaridad Activa)? Pues no, en categórico. De los 730.000 millones de la protección social, 480.000 millones se destinan a los pensionistas (330.000 millones para las pensiones y 150.000 millones para el 60% cercano que representan del desembolso taza). Ahora perfectamente, la población inmigrante es comparativamente mucho más pipiolo que el resto de la población francesa; sobre todo, los inmigrantes de fuera de Europa (Magreb, África subsahariana, Turquía). La consecuencia de tal estado de cosas es que Sena-Saint-Denis, el sección más insuficiente de Francia (donde la tasa de pobreza duplica la media franquista) y que es además el más pipiolo y el que tiene la maduro proporción de inmigrantes, es el octavo contribuyente a la financiación de la protección social en Francia... y el posterior receptor (entre el centenar de departamentos).

2. No todo va mal

Por lo tanto, no todo va tan mal en los barrios pobres de las grandes ciudades que son, algunos de ellos, espacios enseres de inserción (sobre todo, de los inmigrantes) y de medra social. Con una situación paradójica: unos barrios cada vez más pobres y unos habitantes que se enriquecen relativamente... y abandonan su ciudadela, como ocurre en Sena-Saint-Denis. Por posterior, entre el 2015 y el 2016, cerca de un 12,6% de los residentes en barrios prioritarios cambiaron de residencia principal (5). Adicionalmente, seis residentes de QPV de cada diez (59%) que se mudaron entre el 2015 y el 2016 lo hicieron al extranjero de cualquier ciudadela popular (6): “las poblaciones se mueven, pero los barrios permanecen. De un censo decenal a otro, en torno a la porción de la población adulta de un ciudadela ya no es la misma. Es la paradoja fundamental de la política urbana” (7). Según Thomas Kirszbaum, “si miramos de guisa estática los indicadores relativos a las poblaciones, entonces, sí, los barrios van mal, y el mal tiende a agravarse en los períodos de recesión económica. Ahora perfectamente, si analizamos la dinámica, teniendo en cuenta los flujos de entrada y salida, entonces vemos que esos barrios desempeñan a la vez un papel de acogida y de promoción social, por más que no haya que minimizar los fenómenos de guetización” (8).

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El presidente Macron en el 2018 destinó nuevos fondos contra la pobreza bajo el eslogan: "Haz más para quienes tienen menos". 

Michel Euler / EFE

Por otra parte, los barrios pobres de las grandes ciudades francesas son territorios dinámicos en el plano financiero. En Sena-Saint-Denis, la crecimiento es espectacular: si en el 2007 el montante de las masas salariales era de unos 13.500 millones de euros, en el 2008 fue de casi 16.700 millones, es proponer, 3.200 millones de euros más en merienda abriles, un aumento de casi un 25% (23,6%, para ser precisos). Mejor aun, entre el 2007 y el 2018, un 29% del aumento de la masa salarial en Francia se hizo en Sena-Saint-Denis. Adicionalmente, Sena-Saint-Denis, el sección con la maduro proporción de población residente en un ciudadela prioritario, presenta la tasa de creación de empresas más elevada de Francia. En el 2017, las creaciones de empresas en Sena-Saint Denis representaron un 20 % del conjunto de empresas existentes. Se tráfico a la vez de una buena comunicación porque ese porcentaje muestra la dinámica emprendedora de los habitantes del sección; y además de una mala, porque la creación empresarial puede no ser una situación elegida sino padecida como consecuencia, por ejemplo, de discriminaciones muy elevadas en el camino al empleo o de la no adecuación entre la formación recibida y la proposición de trabajo.

3. Pero el Estado hace muy poco...

De modo que la situación tiene contrastes. ¿Cómo mejorarla? Invirtiendo. El Estado tiene una política pública dedicada a los barrios pobres de las grandes ciudades que reciben 5.700 millones de euros de dotaciones públicas: 1.700 millones en el 2017 (9) para la educación prioritaria, 2.000 millones de desgravaciones de cargas e impuestos sobre todo y además para la “policía de seguridad de lo ordinario”, muy específica de esos barrios. A ello hay que añadir la política de renovación urbana hasta un total de 5.700 millones de euros anuales. Aplicados a los 5,5 millones de personas que viven en los QPV, casi un 8% de la población francesa, esos gastos representan en torno a 1.000 euros por morador de inversión suplementaria del Estado. Sin retención, hay que añadir al menos 200 euros por año y morador para tener en cuenta el subcoste de la política educativa, de seguridad y vigor en esos barrios adecuado al hecho de que los funcionarios son más jóvenes y se quedan poco tiempo. Es proponer, un coste total de 800 euros por año y morador.

Si observamos ahora el resultado, no es de sorprender que las cuentas no salgan. Como señala el Tribunal de Cuentas, “el meta de la escolarización en enseñanza prioritaria sobre los resultados de los alumnos es muy débil. En la secundaria, aunque las diferencias de rendimiento en matemáticas y francés ya no se deterioran, son del orden de un 20% a un 35% según la asignatura y el curso, es proponer, muy por debajo del objetivo fijado (10%)”. Los objetivos declarados no se alcanzan: la composición social y escolar sigue siendo endógena, y la sobregestión es limitada, tanto en cuanto al número de profesores como a la calidad de los equipos de administración. El proceso de asignación de bienes es problemático, ya que se centra delante todo en los territorios y no en las personas, al tiempo que crea un meta señalizador que comporta una estigmatización social, mientras que podría ser valorizante dados los bienes específicos comprometidos. Las redes de educación prioritaria tienen pertenencias positivos en las actitudes alrededor de la escuela y la escolarización y limitan los pertenencias nocivos del exceso de fracaso escolar en los barrios pobres. Sin retención, esos pertenencias positivos se ven parcialmente contrarrestados por sus pertenencias perversos: la partida de las familias más favorecidas, el damnificación a desprendido plazo de la composición social de esas escuelas, la dificultad de los docentes para ejercitar su trabajo, los resultados negativos de los alumnos y la estigmatización de las escuelas. Ciertamente, pedir a las escuelas que compensen los pertenencias negativos de la concentración territorial de la pobreza no es realista ni bastante.

4. La promesa republicana desafiada

Y en ese contexto debemos comprender el auge del islamismo en los barrios pobres, teniendo en mente una voluntad de afirmación identitaria: un engendro genérico en Francia que afecta sobre todo a las jóvenes generaciones de hijos de inmigrantes, algunos de los cuales encuentran en el islam una identidad ni del país de origen ni francesa que se corresponde con sus expectativas: el islamismo es una proposición alternativa al esquema republicano francés.

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Un centro islámico en Amplio Synthe, al boreal de Francia, investigado en el pasado por la policía por supuestamente apoyar "organizaciones terroristas". 

Philippe Huguen / AFP

El engendro islamista se describe a menudo como consecuencia de una pobreza socioeconómica, el incuria de las banlieues por parte del Estado (Farhad Khosrokhavar) y una forma de nihilismo que en él encuentra respaldo a la voluntad de radicalidad (parecer de Olivier Roy). Otros, por el contrario, ven en él la radicalización del islam (parecer de Gilles Kepel) o además una reacción de los musulmanes frente a las intrusiones del Poniente colonizador e imperialista. Esas interpretaciones son todas ellas correctas y es evidente que no se excluyen. Sin retención, presentan un gran defecto: son occidentocentristas y contemplan Poniente como la medida de todas las cosas. Culpable de favor importado desorden en Oriente y maltratar a los musulmanes, incapaz de engendrar desde el comunismo grandes utopías portadoras de transgresión y radicalidad o simple teatro de la radicalización del islam que no habrá escapado a ningún observador de la situación europea, Poniente tendría un papel central en el mejora y la difusión del islamismo. Según ese criterio, un islamista que prefiere la sharia al Código Civil es forzosamente un delincuente o una persona a la merced de la miseria social. Sin retención, no es así: el islamismo es un esquema político completo que compite con el esquema político tolerante y altruista aportado por Poniente. Y el islamismo encuentra eco entre las poblaciones en sondeo de identidad que viven en territorios donde la promesa de igualdad y liberación proclamada por la República no –siempre– acude a la cita.

Conclusión

Por lo tanto, la situación de las banlieues francesas es compleja: son territorios pobres, donde la violencia es importante, donde progresa el islamismo. Sin retención, son además territorios muy dinámicos en el plano financiero, que a menudo sirven de cámara de descompresión para los inmigrantes, que llegan a ellos y vuelven a partir muy deprisa. Son, por posterior, territorios que deben servir de laboratorio para una revisión profunda de las políticas públicas francesas: menos centralización, más políticas concebidas a partir de las deyección del país, más colaboración además con la sociedad civil (empresas, asociaciones). Las banlieues no son un agujero indignado de la República: son el laboratorio de su modernización.

Hakim El Karoui es ensayista e investigador principal en el Instituto Montaigne. Dirige su sociedad de asesoramiento táctico, Volentia. Es autor de los informes ‘Un islam français est possible’ y ‘Nouveau monde arabe, nouvelle politique arabe pour la France’.

Notas al pie

1. FiLoSoFi, fuente Insee-DGFiP-Cnaf-Cnav-CCM-SA, Fichier Localisé Social et Fiscal 2014
​2. Insee-DGFIP-Cnaf-Cnav-CCMSA, Fichier Localisé Social et Fiscal
​3. Marie Duru-Bellat, Le collège, au coeur des inégalités sociales entre élèves, Dunod, 2014
​4. Rapport annuel 2017 del Observatoire National de la Politique de la Ville (ONPV)
​5. Vincent Vicaire, François Sémécurbe, Cynthia Faivre y V. Darriau, en ONPV, "Mobilité résidentielle entre 2015 y 2016: Un mouvement de même ampleur dans les quartiers prioritaires que dans le reste de la ville", Rapport Annuel 2017 (2018)
​6. Ibíd.
​7. Myriam Boukhobza, "Thomas Kirszbaum: 'La politique urbaine ne peut pas grand-chose pour lutter contre la pauvreté'", Le Bondy Blog (31/XII/2015).
​8. Ibíd.
​9. Documentación del Tribunal de Cuentas (octubre 2018) sobre educación prioritaria.

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