Las relaciones entre Govern y Moncloa penden de un hilo por el espionaje

Si las relaciones entre la Generalitat y la Moncloa no estaban ya suficientemente tocadas, el caso de espionaje a una sesentena de políticos y activistas independentistas, periodistas y abogados, mayoritariamente entre el 2017 y el 2020, no ha hecho más que dejarlas colgando de un hilo. No hay estocada, porque Pere Aragonès pese a avisar que este asunto y la forma como lo afronte el Gobierno castellano pueden tener consecuencias políticas”, dejó puertas abiertas a los encuentros técnicos y a los trabajos sectoriales. Por otra parte, no dio por enterrada a la mesa de diálogo cuando se le preguntó si consideraba que se habían serrado las cuatro patas.

Paluzie, Junqueras, Puigdemont, Riera y Anticha en la rueda de prensa de ayer en Bruselas.

Paluzie, Junqueras, Puigdemont, Riera y Anticha en la rueda de prensa de ayer en Bruselas.

Natàlia Segura / ACN

El presidente de la Generalitat quiere un “cara a cara” con Pedro Sánchez para obtener explicaciones del espionaje revelado por el laboratorio canadiense The Citizen Lab. Lo pidió en una comparecencia delante los medios de comunicación en la muestra Gòtica del Palau de la Generalitat, anejo con el vicepresidente del Govern, Jordi Puigneró, y todos los consellers.

El president reclama un “cara a cara” con el patriarca del Gobierno y no da por muerta a la mesa de diálogo

Aragonès justificó que la confianza con las instituciones del Estado “es mínima” y que “las cosas no pueden continuar igual”. “No se pueden organizar las relaciones”, argumentó hasta que no se aclare el espionaje. Por eso, situó “la pelota en el tejado” de Sánchez: quiere explicaciones y que en el Gobierno asuman responsabilidades si se pretende “restaurar” las relaciones.

El patriarca del Govern exigió que “nadie se esconda” delante “un ataque que no replica a ninguna razonamiento”, en un claro mensaje dirigido a la Moncloa, porque el software Pegasus, de NSO Group, solo se vende a gobiernos, según asegura la misma compañía israelí.

La mesa de diálogo para resolver el conflicto político ya estaba cuando menos pausada. Incluso, aparcada si se atiende a las últimas manifestaciones de dirigentes socialistas, poco motivados para reanudar los trabajos del segundo combate, la de septiembre. Aragonès no la quiere dar por muerta por mucho que sus socios en la Generalitat, Junts per Catalunya, insistan en abandonarla. De hecho, el presidente de Esquerra, Oriol Junqueras, horas antaño de la comparecencia de Aragonès en Palau, ya había hexaedro pistas desde Bruselas de cuál sería el posicionamiento del president. La bandera del diálogo “no la regalaremos en ningún caso”, dejó dicho Junqueras.

Aragonès aseveró que no había tenido contacto todavía con el Gobierno. Ayer esperaba la emplazamiento de Sánchez para que sean atendidas sus demandas, como además que se inicie una investigación interna con supervisión independiente. Puigneró, que tomó la palabra posteriormente del president, la pidió igualmente a nivel internacional.

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El vicepresident razonó la propuesta. Afirmó que las informaciones confirman que “ España ya no es una democracia llena y va camino de no cumplir los estándares europeos mínimamente exigibles”. “No hay silencio que valga”, denunció.

La comparecencia de Aragonés y Puigneró pareció mucho más consensuada que la de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras de horas antaño desde Bruselas. El presidente de Junts apostó por romper toda relación con el Gobierno, el PSOE y el PSC. El republicano, en cambio, se mostró más comedido, no quiso pinchar la pelota y abogó por utilizar la fuerza del reunión parlamentario de ERC en el Congreso para condicionar a Sánchez.

Eso sí, los dos anunciaron querellas a raíz del espionaje masivo. Se presentarán en España y en un exiguo de cinco países más: Francia, Suiza, Bélgica, Alemania y Luxemburgo. Incluso hablaron Carles Riera ( CUP), Xavier Antich ( Òmnium) y Elisenda Paluzie ( ANC). Los cinco comunicaron que entregarán información para que la comisión singular de la Eurocámara, que ayer empezaba precisamente los trabajos sobre el uso de programas de espionaje sobre todo en Hungría y Polonia, para que además incluya una investigación sobre lo ocurrido en España. Asimismo, pedirán un debate de emergencia a principios de mayo en el Parlamento Europeo.

“No dejaremos mínimo por querellar”, avisó Puigdemont. “Hoy es evidente que no hay diálogo y en cambio sí que hay muchas evidencias de una violación masiva de derechos fundamentales”, prosiguió el expresident. “Está claro que no hay diálogo, y si hay evidencias de una violación masiva de derechos fundamentales no se entendería que posteriormente de este escándalo se siga confiando en un gobierno que forma parte de esta trama criminal”, argumentó Puigdemont.

Por su parte, Junqueras fue por otra vía, un tanto diferente. Aseguró que la bandera de la negociación no se regalará. “Estamos convencidos de que la negociación es una útil en todos los conflictos políticos, cuanto más la utilizamos, cuanto más francos y abiertos más nos empoderaremos. No delante el Estado castellano, sino delante la comunidad internacional”, razonó.

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