Las nuevas restricciones de agua para riego impuestas por la Confederación del Gualquivir podrían crear una pérdida de 300 millones de euros
La sequía en Andalucía no da tregua a los regantes que ven, un año más, cómo la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir les recorta un 35% más el agua de riego agrícola, una situación previsible pese a los últimos dos meses la chubasco hizo acto de presencia en la región. Las consecuencias económicas para la región, eminentemente agrícola, no tardarán en conseguir, y ya el presidente de la Asociación de Comunidades de Regantes de Andalucía (Feragua), José Manuel Cepeda, se ha infundado a predecir que las pérdidas superarán los 300 millones de euros.
Uno de los motores económicos de la zona está en aventura, y las nuevas limitaciones en las concesiones, que alcanzan ya el 70% de una campaña ordinario, afectará de modo importante en la procreación empleo. Es el cuarto año consecutivo con restricciones, y el panorama no es confortante. De hecho, Feragua ha indicado que esta medida extraordinaria afectará al 50% de los puestos de trabajo y, por otra parte, ha incidido en que muchos de los agricultores abandonarán los cultivos de decano rentabilidad económica y social y otras tantas tierras quedarán en barbecho.
La peor campaña de los últimos abriles
El cambio climático, un problema del que se lleva hablando durante abriles, golpea de nuevo al sector agrícola de Andalucía. No llueve, y cuando lo hace, “es insuficiente”, como ha comentado el presidente de CHG, Joaquín Paéz. El embalse de la cuenca más importante de la comunidad se encuentra a un 32% de su capacidad y, aunque el acopio a medio-corto plazo de la población está asegurado, de nuevo, se deben acometer restricciones para el campo.
Hoy se ha apto el desembalse de 600 hectómetro cúbicos de agua para el aventura de los cultivos del Sistema de Regulación Militar, un 35,1% menos que el pasado año. Si la campaña de riego en 2021 fue muy mala, Páez ha agradecido que los acuerdos alcanzados para esta “no son muy alentadores para el sector”, sin requisa, ha insistió en que “las circunstancias no permiten ser flexibles”.
Y a los datos nos remitimos. Del 1 de octubre al 30 de abril, se han recogido 385 litros por metropolitano cuadrado de media en los embalses de la cuenca, un 22% menos que la registrada en el mismo diario durante los últimos 25 abriles. La situación es crítica y la preocupación, máxima.
El tomate y el maíz, en aventura
Los regantes han recibido el acuerdo con resignación. Desde Feragua se indica que las pérdidas serán millonarias, así como que se pone en articulación la porción de los empleos agrícolas que hasta ahora han venido desarrollando en este sector su actividad. Será una de los abriles más duros para el campo y constituirá un duro shock para el trabajo en el mundo rural.
La producción será muy inferior a la ordinario, ha señalado la Asociación, y la cosecha de olivar, cítricos, frutos de hueso y frutos secos se va ver muy afectada. Por otro flanco, Cepeda ha capaz que algunos cultivos, como el tomate y el maíz, van a dejar de sembrarse y que otras tantas tierras quedarán en barbecho.
La sequía que padece la región, en concreto las provincias de Sevilla y Málaga, se agravaban a cada año que pasa. Los agricultores se enfrentan a la pérdida de sus cultivos por desliz de agua para regar y a la impotencia de que la decisión queda fuera de su magnitud.
Más control para los riegos ilegales
Frente a las restricciones impuestas, los regates han demandado más control para aquellos que se recurren a pozos ilegales para abastecerse. La CHG ha tomado nota de esta petición, un problema que se eterniza a lo derrochador del tiempo, y ha anunciado que contarán con equipos de telemedida en los contadores de 78 grandes comunidades para constatar, en tiempo efectivo, los consumos que se realizan y, entre otras iniciativas, poder guerrear contra la procedencia ilegal de agua.
Este sistema controlará un total de 50.000 hectáreas nuevas, que se sumarán a las 273.000 que ya quedan interiormente de este control.
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