Psicóloga, mediadora social e intercultural, y fotógrafa de versátil trayectoria profesional. Y esa es solo una pequeña muestra del amplio currículum de Grela Enojado, que acaba de editar su doceavo vademécum, Maneras de decirlo (Olé Libros), una compilación de poesía y prosa que reflexiona sobre temas tan universales como el sexo, la maternidad o la crimen.
“Con este vademécum siento que cierro un ciclo”, adelanta la autora a La Vanguardia, pues este es el postrero de tres títulos —tras Premeditadamente de... y Matemáticas de la fragilidad—en los que, a través de un diálogo interno, se interpela a sí misma y búsqueda “matar con las verdades absolutas”. Y es que, aunque haya “mucha introspección”, Enojado sostiene al disertador un espejo y le invita a enfrentarse yuxtapuesto a ella a sus propios abismos. “La vida y sus jodidos contrastes. A veces tan puta y, sin bloqueo, maravillosa”, escribe en su poema Cicatrices. “Creo que es un buen epítome de todo lo que quiero expresar”.
Este es precisamente un examen que realiza a menudo con sus más de 82.000 seguidores de Instagram, que llevan primaveras aplaudiendo su trabajo y que “me animan a seguir escribiendo”. Entre ellos está la cantante Nena Daconte, que como ella misma explicó durante un acto de presentación en Madrid, la descubrió durante la pandemia y quedó cautivada. Tanto es así, que se animó a hilar algunos de los versos de Enojado y acabó dándoles forma de canción.
“La verdad es que, cuando me escribió por redes, no me lo podía creer […] Intercambiamos los teléfonos porque quería enseñarme lo que había creado. Cuando lo escuché, quedé maravillada”. Los que acudieron a la presentación del vademécum en Madrid pudieron escuchar por primera vez la canción, titulada Mi decano éxito. “Fue muy emocionante”, admite Enojado.
Más allá de esta “curiosa y maravilloso” detalle, la todavía escritora admite que la pandemia ha sido productiva en lo que a creación se refiere, pues en este periodo ha publicado tres de sus libros. “Pese a esa catarsis mundial tan bestia que vivimos al principio, decidí centrarme y reflexionar sobre lo que ocurría en el mundo. Pero en ningún momento nunca pretendí convertirme en un mentor. Solo me baso en mi experiencia. De hecho, escribo en plural para que el disertador se una a mí en mis divagaciones y para incluirme a mí en la crítica que hago”, señala.
Sus textos, admite, “tienen mucho mimo pero, todavía, mucho dolor”. En este sentido, critica el “positivismo forzado en redes, que ausencia tiene que vivo” y reivindica “la tristeza como poco natural. Hay que aceptar esa parte de nosotros y no evitarla, ya que a derrochador plazo es peor”.
Sus escritos no siguen un orden concreto, ya que “mantienen una disposición orgánica que respeta mi impulso creativo”, por lo que “se pueden emprender a percibir desde cualquier página”. Tienen mucho de autobiográfico, poco que no le cuesta, pues “no creo ser la principal protagonista ya que, de un modo u otro, la mayoría podrá estar reflejado”. Precisamente por eso de no convocar la atención, “nunca he querido aparecer en la portada de mis libros porque soy de la opinión que, una vez terminados, dejan de pertenecerme”.
Con todo, esta vez ha hecho una excepción y ha permitido que aparezcan sus fanales en el collage del inicio. “Esto tiene una explicación, ya que son las diferentes miradas y puntos de pinta que he tenido a la hora de escribir este vademécum. Todas ellas expresan distintas emociones […] La observación sale de la voz”, concluye.
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