Benedict Cumberbatch no solo resulta increíble como un vaquero de masculinidad tóxica en El poder del perro, un ingeniero que se infiltra como informador del MI6 en El informador inglés o brilla con la capa del superhéroe Doctor Strange en diferentes realidades alternativas del multiverso de Marvel, por citar algunos de su últimos trabajos.
El inglés se aguijada ahora con otro personaje singular, el del pintor Louis Wain, que lo lleva directo a la Inglaterra victoriana inmediato a Claire Foy, la reina Isabel II de The Crown que ejerce aquí de amada y sufridora esposa diez primaveras decano en Mr. Wain, película que recala en las salas españolas este jueves tras su paso por la sección oficial del BCN Film Fest.
A las órdenes de Will Sharpe y basándose en una historia de Simon Stephenson, la cinta recorre la vida de un intérprete de personalidad excéntrica y poco conocido por estos lares, pero positivamente distintivo en su país originario donde se hizo reconocido por sus excéntricos dibujos de gatos antropomorfos. Tras la crimen de su padre, cuando Wain tenía 20 primaveras, tuvo que hacerse cargo económicamente de su raíz y sus cinco hermanas, con las que convivió gran parte de su vida. Dibujaba como ilustrador a tiempo parcial para The Illustrated London News, ambicionaba componer música y escribir obras de teatro, aunque fracasaba siempre como hombre de negocios.
Como es sensato, el rodaje estuvo afectado por la presencia de varios felinos. Si Hitchcock dijo que nunca había que trabajar con niños ni con animales (ni con Charles Laughton), Cumberbatch añade que lo de los gatos "ha sido una experiencia muy dura. No lo recomiendo. Los niños son extraordinarios, hacen lo que esperas de ellos, pero no esperes lo mismo de los gatos en un rodaje. Sin requisa, fuera de él los adoro. Son mágicos, únicos y misteriosos. Nos recuerdan nuestra naturaleza salvaje y creo que Wain lo supo reverberar a la perfección en sus cuadros", comenta el actor en una entrevista por videoconferencia con un clase de periodistas desde un hotel en Londres.
A Foy, por el contrario, le divirtió rodar inmediato a ellos: "Son un encanto. Tuve una gran experiencia". La actriz entró en el esquema gracias a Cumberbatch, del que es amiga desde que coincidieran en la película Wreckers (2011), que vio en ella a la perfecta Emily. "Luego hablé con Will, que es un inteligencia, y todo fue maravilloso. Me resultó atractivo que no filmara una película convencional. Ve el mundo de una guisa diferente, tal y como lo hacía Louis. Quiso capturar las emociones auténticas de los personajes y eso fue lo que intenté con Emily, que fue como un soplo de flato fresco. Por eso intenté transmitir el humor, la tragedia y la honestidad que la rodeaba al mismo tiempo", afirma la actriz sobre un personaje "tan hermoso". Y continúa: "Pensé que la historia de Louis era positivamente increíble y que podría beneficiar a muchas personas y que sería una historia positivamente preciosa de contar".
Cumberbatch no sabía nulo sobre Wain y cuando el guion cayó en sus manos le intrigó por completo el personaje, "un hombre cuya percepción de la existencia no estaba sincronizada a menudo con lo que era positivamente la vida actual. Me enterneció su guisa de humanizar los gatos y me sentí conmovido por su difícil situación", explica.
Encima, todo encajó cuando Will Sharpe, que ha combinado sus labores de actor con las de realizador (Cómo meterse en un huerta, Flowers...), se encargó de la dirección. "Nos conocimos en un episodio de Sherlock y ha hecho un trabajo maravilloso, ha sido una fuente de inspiración para mi", reconoce el intérprete, que aprendió a dibujar con las dos manos de forma simultánea, tal y como hacía un hiperactivo Wain. "Era muy rápido y supuso un gran oposición intentar apropiarse sus habilidades", dice con una amplia sonrisa.
El estilo visual y la excelente esparcimiento de la época sobresalen en un biopic que resalta tanto la creatividad desbordante del protagonista, que toda su vida tuvo problemas económicos y estuvo obsesionado con la idea de la electricidad como secreto para entender la vida, como su bonita historia de acto sexual con Richardson, la introvertida institutriz de sus hermanas con la que se casó en 1883 y que falleció cuatro primaveras luego de un cáncer de mama.
Su disputa con Peter, un felino callejero que adoptaron, hizo más llevadera la enfermedad y Louis empezó a dibujar numerosos bocetos cómicos de la mascota para hacerla reír. "En Emily, Louis encontró a una compañera incondicional y robusto y fue secreto para que él creara todo lo que tenía que ofrecer, notar un propósito a través del acto sexual y la conexión", sostiene Cumberbatch.
Tras su crimen, el intérprete fue diagnosticado de esquizofrenia, una enfermedad que ya se había manifestado en su hermana último. "Nos hemos esforzado mucho por no ser prescriptivos sobre cuál era su condición, pero tenía dificultades mentales. No creo que fuera necesariamente esquizofrénico, aunque fuera diagnosticado así en su vida. Investigué a fondo su patrón de comportamiento y lo que más me sorprendió es que fue un ser humano muy solitario, dadivoso, de espíritu robusto y juguetón y con mucha imaginación que tuvo que existir en una época muy rígida y él tuvo que desafiar un poco todo eso, batallar por ser él mismo en un mundo que no supo entenderle. Creo que si viviera ahora, estaría prosperando. Vivimos en una época más tolerante y solidaria donde a las personas como Wain se les da la capacidad de tener autoestima, a pesar de que a veces es complicado".
Wain fue internado en un psiquiátrico, donde continuó con su faena creativa y cuidando de los gatos que merodeaban por el huerta. Unos gatos que, inmortalizados en sus lienzos, llegaron a caminar a dos patas, iban vestidos, tenían expresiones faciales extravagantes y realizaban actividades como recrearse al golf, a las cartas, tomar el té o disfrutando de una perplejidad en la ópera. H. G. Wells dijo sobre Wain: "Él inventó un estilo de felino, una sociedad de gatos, un mundo sereno de gatos". Ahora ese universo felino inunda la gran pantalla para revivir la historia de un hombre que merece ser celebrado a lo alto.
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