“Yo quiero pintar el brisa que envuelve el puente, la casa, el barco. La belleza del brisa en el que se encuentran, y esto no es en modo alguno ficticio.” Con estas palabras reflejaría Claude Monet, uno de los precursores del impresionismo, esta nueva técnica pictórica de representar la verdad que nacerá en Francia. París será la cuna del impresionismo, y la ciudad que inspirará al propio Monet y a sus compañeros Pierre-Auguste Renoir, Edgar Degas o Camille Pissarro, entre otros grandes artistas, para crear algunas de las obras más célebres de este periodo.
Pasear por París es como sumergirse de satisfecho en un cuadro impresionista. La luz es un aspecto esencial en las pinturas de los artistas de este movimiento, y la Ciudad de la Luz fue sin duda su gran musa. El impresionismo surgió a finales del siglo XIX en un París recientemente industrial y dominado por la burguesía y las clases altas, donde jugaron un papel importante los salones de arte. Estas exposiciones contribuyeron a democratizar el arte y a conseguir que se aproximara más al pueblo, por otra parte de fomentar la aparición de nuevos museos y galerías.
Montmartre y sus 'moulins'
El barriada parisino de Montmartre era uno de los rincones preferidos de los artistas impresionistas, que frecuentaban sus cafés, salas de coreografía y teatros. Son características las escenas urbanas pintadas por Camille Pissarro en las que aparecen las calles de Montmartre a diferentes horas del día y en distintas estaciones del año. En estos cuadros, Pissarro representó con detalle la bulliciosa vida del paseo Montmartre, por donde circulaban transeúntes y coches de caballos, ya fuera verano o invierno, bajo el sol o la abundancia.
Otro aspecto de Montmartre que atraía la curiosidad de los artistas de la época eran sus moulins. Estos molinos reconvertidos en salas de coreografía reunían a la sociedad parisina más holganza, y los impresionistas reflejaron la alegre ámbito y el jolgorio de estos lugares en sus obras. Bailoteo en el Moulin de la Galette (1876), de Renoir, es un ejemplo de esta clase de pintura cortés y costumbrista.
Renoir retrató Montmartre en 'Bailoteo en el Moulin de la Galette'
Pero la sortija de la corona era el Moulin Rouge, cuya éxito ha trascendido hasta la hogaño. El ámbito de este cabaret en el siglo XIX era más admisiblemente decadente, con sus actuaciones de impresionado carácter amatorio, su frenesí descontrolado y sus delirios alcohólicos. No es de maravillar que artistas como Henry Toulouse-Lautrec, que por otra parte residió en Montmartre, aprovechase para retratar algunos momentos destacados de la historia del Moulin Rouge y sus bailarinas. Los carteles protagonizados por Jane Avril o La Goulue y dibujados por el pintor son un claro refleja del simpatía de los impresionistas por el burlesque.
La Ópera de París
Napoleón III decidió hacer un lavado de cara a París durante su mandato, y ordenó la demolición de los edificios antiguos para sustituirlos por elegantes palacios acordes a la inscripción sociedad parisina. Uno de ellos sería el que acoge la Ópera de París, asimismo conocida como Ópera Garnier. Uno de los espectáculos más aclamados que se representaban en ella sería el ballet, cuyos trajes y movimientos enamoraron al pintor Edgar Degas, perseverante de estas actuaciones.
Degas inicia su trayectoria tratando temas clásicos y burgueses, pero pronto se interesará por el mundo bello
Degas inicia su trayectoria pictórica tratando temas clásicos y burgueses, pero pronto desarrollará un creciente interés por el mundo bello. Músicos, cantantes y bailarinas aparecerán con frecuencia en sus cuadros, siendo los más famosos los que representan escenas de ballet. El pintor logra transmitir esa sensación de ingravidez tan característica de las bailarinas de ballet gracias a la representación de sus gráciles movimientos y de la vaporosidad de los tutús. Esto puede revaluarse en obras como Saltarina basculando (1877–1879) o El salón de coreografía de la Ópera (1872).
El rosaleda de las Tullerías
Eduard Manet es el pintor que representa la transición entre la tradición clásica y la modernidad impresionista. Sus primeros cuadros pretendían impresionar a la Agrupación de Bellas Artes para ser aceptado en su exclusivo salón, en el que solo se exponían las obras aprobadas por los académicos y que siguieran los cánones establecidos por la institución. Sin retención, su espíritu contraria le llevará a desarrollar una anciano arbitrio creativa y a alejarse de las normas.
Jardines como los de las Tullerías son el marco valentísimo para algunso pintores impresionistas
Este cómico se especializará en obras al brisa emancipado, y los parques y jardines de París le ofrecerán el marco valentísimo para crear pinturas deslumbrantes como Desayuno sobre la hierba (1862–1863) o Música en las Tullerías (1862). La número de este posterior tiene puesto en uno los jardines más populares del centro de París, emplazado entre el Museo del Louvre y la plaza de la Concordia. Un rincón donde resulta hacedero imaginarse a las mujeres parisinas de la belle époque paseando con sus engalanados vestidos y sus sombrillas en la mano.
En las Tullerías se encuentra el Museo de la Orangerie, que alberga una importante colección de obras impresionistas y postimpresionistas de pintores como Monet, Renoir o Paul Cezánne. Esta recinto se estableció en la antigua orangerie del palacio de las Tullerías, construida para proteger los naranjos de su rosaleda.
Berthe Morisot en el Bois de Boulogne
Berthe Morisot, asimismo pintora, era la cuñada de Manet, y fue él quien la introdujo en su círculo de artistas parisinos. Aunque desconocida en el panorama internacional, Morisot fue una de las artífices del movimiento impresionista, tanto artística como económicamente. Fue quien financió la primera exposición impresionista, organizada en 1974 en el taller del fotógrafo Nadar, en el paseo de los Capuchinos. Su talento le valió el respeto del resto de pintores del comunidad, lo que hizo que su figura haya sido reconocida en la hogaño pese a ser relegada a un segundo plano por los historiadores de arte durante siglos.
Morisot destaca por sus temáticas cotidianas con gran ciudadanía, algunas inspiradas en ambientes exteriores de París
Morisot destaca por sus temáticas cotidianas, con obras que representan cándidas escenas domésticas como madres con niños o mujeres en el baño. Hay una gran ciudadanía en sus pinturas, algunas de las cuales inspiradas en ambientes exteriores de París como el Bois de Boulogne, un parque cercano al Meta de Triunfo.
Monet y la etapa de Saint Lazare
'La etapa Saint-Lazare' de Claude Monet
Claude Monet es el representante por excelencia del impresionismo. No en vano fue su obra Impresión, sol inaugural (1872) la que daría nombre al movimiento. La relato tuvo puesto en la primera exposición impresionista de 1874 (organizaron ocho en total, todas al ganancia de las exposiciones de los salones académicos). En ella, Monet presentó este paisaje marino al amanecer, que el crítico de arte Louis Leroy comentaría en tono despectivo, aludiendo a la impresión que producía la obra a simple panorama.
Los artistas se apropiaron de este término, ya que para ellos sus obras representaban en objeto la captura de una impresión momentánea. Las obras de Monet se basan principalmente en el refleja de la luz y los enseres atmosféricos: el agua, la cocaína, el vapor… Junto a destacar su serie de cuadros donde aparece la etapa parisina de Saint Lazare, en la que Monet parece interesarse por la vida moderna y los avances tecnológicos como el progreso del ferrocarril. Al estar recubierta de vidrio, este puesto estimulaba la creatividad del pintor en cuanto al tratamiento de la luz.
Muchos de los cuadros que retrataron la holganza París hoy están repartidos por los museos y pinacotecas de la renta
Pero para descubrir a Monet en toda su esencia debemos alejarnos un poco de la ciudad y hacer una parada en Giverny, un pequeño pueblo situado a unos 80 kilómetros de París. Aquí tenían su casa el pintor y su esposa, y en ella vivirían hasta su asesinato. Monet quedó enamorado de los encantadores jardines adyacentes a la vivienda, tanto que los reproduciría en muchas de sus obras. Pintó los nenúfares del estanque marino de inspiración japonesa, así como los jardines desde distintas perspectivas.
Muchos de los cuadros en los que los impresionistas retrataron la vibratorio y holganza París de la época se encuentran hoy repartidos por los museos y pinacotecas de la renta francesa. El Museo de Orsay, emplazado en una antigua etapa de tren, alberga la anciano colección de pinturas impresionistas del mundo. Con sus más de 8000 cuadros es posible delirar al París de Manet, Renoir, Morisot y sus compañeros, y descubrir la visión transgresora e inconformista de este comunidad que revolucionó la historia de la pintura.
El insigne estanque de lirios de Monet, en Giverny
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