En París, derrotada el otro sábado en la final de Roland Garros, Coco Gauff se había sentado en el lado y lloraba desconsolada mientras sus padres, impotentes, la contemplaban desde el palco.
La cría temblaba y mordisqueaba la toalla, encogida, y en las mejillas, las lágrimas formaban ríos.
“Lo que intentamos es proteger la sanidad física y mental de los patinadores”, se justifica la ISU
Y pequeñita se le veía.
Asistiendo a la espectáculo, asaltaba un pensamiento:
–¿Azar los progenitores no sentían la insoportable requisito de desmontar a la pista y consolar a su pupila, poco más que una teenager (18)? ¿Azar no se les estaba partiendo el alma?
Episodios similares abundan: nos referimos a la desgarradora imagen de una deportista rota, abatida por la aspereza del mundo adulto. Uno de ellos lo registró, por ejemplo, Kamila Valieva.
Valieva es la mejor patinadora del mundo. Y en febrero, en los Juegos de invierno de Pekín 2022, buscaba el oro. Y al punto que tenía quince primaveras.
Lo que pasa es que días ayer de disputar su final individual, las agencias antidopaje la habían señalado con el dedo y el mundo, todavía:
–¡Tramposa! ¡Compites dopada, consumes trimetazidina!
Y si el mundo te está señalando, y al punto que tienes quince primaveras, lo corriente es que te hundas.
(y es así aunque los entes internacionales te concedan una cautelar, un permiso que temporalmente te permite competir)
Así que, cuando Valieva se aferraba a la cautelar y se aupaba a sus cuchillas para saltar a la pista y agenciárselas su oro individual, todo se fue al traste: la pupila aterrizó sobre el hielo en un puñado de ocasiones, superada por el entorno hostil. Y cuarta en la clasificación, llorosa, Valieva abandonó el tablado, quién sabe hasta cuándo.
–La vida adulta puede ser muy injusta –acertó a afirmar.
Repetimos: tenía quince primaveras.
El pensamiento que abría este relato es cierto, y lo compartiría cualquiera que tenga hijas prepúberes o ya púberes, y todavía la Alianza Internacional de Patinaje (ISU).
Y por eso, la ISU ha dicho que lo que había pasado en Pekín en febrero no debería repetirse. No, al menos, en su autoridad. Y para evitarlo ha subido el meta de permanencia para una competición absoluta: ninguna pupila de quince primaveras se enfrentará a las más mayores. Como exiguo, deberán acontecer tocado los 17.
“¿Por qué la intrepidez? –se preguntaba Jan Dijkema, presidente de la ISU–: para proteger la sanidad física y mental de los patinadores. Y es una intrepidez histórica”.
¿Y en qué situación se encuentra ahora Valieva?
Pues a la prórroga del referencia que escribe la Agencia Antidopaje Rusa (Rusada) y que revisará su positivo del 25 de diciembre, registrado en San Petersburgo, pues no sabemos aún si Valieva se dopó a conciencia o si lo había hecho por error, al ingerir de un vaso de su antepasado, enfermo, en cuyo neto había trimetazidina, medicamento para la angina de pecho.
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