Una mujer ejerciendo cualquier profesión no era poco que fuera global en el siglo XIV. Pero si encima era cirujana y ejercía la medicina independientemente, todavía era poco más extraño. De hecho, estaba penado y muchas de ellas acababan de en prisión y sufrían graves castigos. Esta existencia la conoció correctamente Francesca, la protagonista de la nueva novelística de la periodista e historiadora Laia Perearnau, Francesca de Barcelona (Columna), que ha vacada este martes el Premi Nèstor Luján de novelística histórica, uno de los galardones más destacados del mercancías en sinhueso catalana.
La idea de este manual surgió cuando Perearnau (Barcelona, 1972) descubrió la vida de Francesca en el manual de Teresa Vinyoles, Les barcelonines a les darreries de l’Edat Mitjana. “Su historia me conmovió y di por hecho que se habría escrito más sobre ella. Mi sorpresa fue ver que no se sabía nulo. Nada más una amiga me comentó que le hablaron sobre ella en su día en la mano de medicina, como caso raro, pero que quedó todo en una chascarrillo. Fue entonces cuando supe que debía embarcarme en esto”, reconoce la autora.
Más allá de que fuera cirujana en esa época, hubo otro motivo que despertó el interés de Perearnau durante el proceso de documentación: su relación con el rey Joan I. Y es que el empeño de esta nuevo médico le llevó a que el propio monarca le concediera la deshonestidad para profesar la medicina independientemente, "un derecho que, indemne excepciones, estaba vetado a las mujeres. El mismo rey que la multó primaveras antiguamente y le amenazó con otros castigos si continuaba con su propósito acabó premiándola. Es efectivamente poco inaudito. No solo eso, sino que advirtió a la población que si determinado la molestaba podía zanjar perjudicado”, cuenta la autora.
El contexto histórico en el que se desarrolla la historia no es menos interesante, con la peste negra como trasfondo. “Una médico tratando a enfermos en plena ataque de una pandemia en la ciudad me parecía todo un liza”, admite la escritora, que empezó su relato precisamente durante el confinamiento por la covid. “No sé si fue el subconsciente el que me llevó a escribir esto o si todo ha sido fruto de la casualidad”. Eso sí, establece diferencias entre ambas; “el coronavirus fue terrible pero con la peste habían vigésimo veces más muertes. Fue angustiante y la gentío se veía obligada a huir para poder sobrevivir. Era la única salida. Los fallecidos se acumulaban en las calles y nadie los recogía ya que los que debían hacerlo muchas veces estaban muertos”.
Más allá de Francesca, gran parte de los personajes que aparecen a lo holgado de las 464 páginas existieron de verdad. “Mi idea era que fuera una novelística de ficción, ya que hay varios vacíos e incógnitas que he tenido que imaginar yo, pero que todo aquello que pudiera acoger de la existencia del siglo XIV intentar plasmarlo tal y como era, empezando por los propios protagonistas”. Así, adelanta, Martí Berenguer Satorra, el marido de Francesca, “fue un marinero cuya existencia está documentada”. Lo mismo ocurre con el caco Lorenzo Rosso y con Bernat Oriol, el médico del rey y contendiente de esta historia ya que “pondrá muchas trabas a la protagonista para que no pueda desarrollar su carrera. No sé si fue determinado tan malo, pero sí que puedo afirmar que es un personaje que dará mucho de sí”.
No menos importantes son los judíos que aparecen y que ayudan a Perearnau a reflectar la existencia de la época. “En el siglo XIV, los mejores médicos eran judíos. Era un colectivo que estaba muy marginado pero para salir precisamente de esos márgenes y poder pasear por la ciudad, acababan convirtiéndose en médicos, ya que así subían en el escalafón social. Por eso tenía sentido que acudiera a ellos cada vez que necesitaba ayuda”. Por ello, el leedor seguirá a Francesca hasta el barri prohibido: el Call, donde se hará amiga de Astruc, “un nuevo que proviene de una tribu de médicos que existieron en ese mismo momento”, asegura la autora.
La novelística tiene la pesta negra como trasfondo histórico
Escrita con agilidad, la novelística tiene muchos tintes cinematográficos, tal y como reconoce Perearnau. No es de desterrar, pues la autora es incluso escritor y reconoce que en todo momento se ha imaginado el relato en su individuo de forma muy visual. “No sé si eso es bueno o malo, pero estoy segura de que esto ayudará al leedor a sumergirse en la Barcelona del siglo XIV”.
El Premi Nèstor Luján es el primer y único galardón de novelística histórica en catalán. Creado en 1997, dos primaveras luego de la homicidio del periodista y escritor que le da nombre, ha obligado la bordadura de muchos autores a lo holgado de los primaveras como Jordi Sierra i Fabra, Martí Gironell, Núria Esponellà, Tània Juste o Imma Tubella, entre muchos otros. En esta estampado, el comisión lo han formado Glòria Gasch, Tin Luján, Vicent Sanchís, Jaume Sobrequés y Maria Carme Roca. Todos ellos eligieron a Perearnau por osadía coincidente.
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