Las cinco Finales de la dinastía de Golden State Warriors

10 de marzo de 2020. Chase Center, San Francisco. Golden State Warriors, 107 - Los Angeles Clippers, 131. El quinteto auténtico de los locales ese día lo formaban Andrew Wiggins, Damion Lee, Marquese Chriss, Mychal Mulder y Juan Toscano-Anderson. Tras la derrota, el récord de la franquicia esa temporada era 15-50, el peor de toda la NBA.

Entonces ya empezaba a ser frecuente el uso del término "coronavirus" en los medios. Sin secuestro, nadie se imaginaba que aquel sería el postrer partido de una temporada para olvidar en la bahía de San Francisco. Quizás, incluso, el fin de la primera dinastía del baloncesto nuevo, prueba de lo volátil que se vuelve todo en la competición estadounidense.

Golden State Warriors

La franquicia surgió de la nulo, su exposición fue totalmente orgánico

Un par de lesiones, la fuga de una sino y una franquicia puntera se cae hasta lo más hondo en solo un chasquido. Aun así, la historia de los Golden State Warriors  de la período de 2010 es idílica. La franquicia surgió de la nulo, su exposición fue totalmente orgánico. En 2009 llega Stephen Curry, en 2011 Klay Thompson y en 2012 Draymond Green, todos a través del draft. Una excepción a la norma coetáneo, donde reinan los equipos artificialmente plagados de estrellas que persiguen desesperadamente un anillo. Los superequipos ya no se construyen, ahora simplemente se forman.

Entonces, los Golden State Warriors comenzaron a pintar su obra, titulada "El baloncesto nuevo". Una nueva dinastía había nacido, y así lo refrendan sus cinco participaciones consecutivas en las Finales de la NBA. A continuación, las repasamos.

Stephen Curry y Andre Iguodala besan el trofeo Larry O'Brien1

Temporada 2014-15

La aparición de Draymond Green cambió radicalmente la dinámica. De 23 victorias en temporada regular en la 2011-12, los Warriors pasaron a 67, ya con Steve Kerr en el banquillo. Adicionalmente, ese fue el inicio de la transición cerca de la NBA que conocemos hoy en día, la de los triples, la del mareo, la de las panorama fulgurantes al contraataque y las posesiones cortas, la de la obsesión por optimizar el rendimiento partiendo del disección estadístico.

​​Tras eliminar en playoffs a los Pelicans, los Grizzlies y los Rockets, los 'Splash Brothers' jugarían la primera de sus Finales de la NBA. LeBron James no. Él ya era todo un hábil, como demostraban los dos anillos que llevaba en su mano tras su etapa en los Heat. Sin secuestro, en Cleveland hacía más frío que en Miami. Solo Irving daba cobijo a LeBron en una plantilla corta de talento. Remontada y 4-2 de los Warriors para conquistar el segundo anillo de su historia desde su cambio de denominación. Era el inicio de una nueva era, pero todavía de una rivalidad histórica.

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Temporada 2015-16

72-10 era el récord de victorias que habían establecido los Chicago Bulls de Michael Jordan en la temporada de su regreso, en 1996. Una marca que todo el mundo veía inalcanzable, incluido el propio Kerr, que había formado parte de la correr como atleta. Falta más allá de la sinceridad. Ya como monitor, el técnico lideró a los Warriors al mejor inicio de la historia, ganando los 20 primeros partidos. Ni siquiera cuando el grabador lucía un impresionante 69-8 se convirtió el récord en una prioridad para el monitor. Pero se logró.

​Los Warriors desafiaron lo irrealizable, y ahora lo que parecía totalmente inviable era que determinado se interpusiese entre ellos y su segundo anillo consecutivo. Pero, como en los videojuegos, el jerarca final no estaba muerto, sino que se había reforzado. De nuevo en la última serie con los Cavaliers en frente, los de Curry, MVP de la temporada regular por segundo año consecutivo, llegaron a ponerse 3-1 hacia lo alto. Nadie había remontado nunca un 3-1 en contra en las Finales. Pero esta era la temporada de los imposibles. Dos partidos seguidos de 41 puntos de LeBron y la puntualidad en el momento fundamental del Game 7 de Irving, con mención singular para el tapón de James a Iguodala, una de las jugadas más icónicas de la período, le dieron el anillo a los Cavs. No sería el postrer episodio de esta rivalidad.

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Temporada 2016-17

Si admisiblemente es cierto que los Warriors han formado su monolito triunfador de forma estratégica y perfectamente sostenible, esta fue la temporada que lo cambió todo. Kevin Durant llevaba primaveras persiguiendo el anillo en Oklahoma. Lo acarició cuando Harden todavía estaba allí, y la temporada antecedente volvió a estar cerca de las Finales, cayendo nada más contra los Warriors por un justo 4-3. Harto de perder, el MVP de 2014 se dejó dirigir por el dicho "si no puedes con tu enemigo, únete a él".​

​Este movimiento hizo temblar los cimientos de la alianza. Siempre existieron los superequipos y los movimientos de superestrellas entre franquicias, pero quizás nunca de tal magnitud y acumulación de talento. Tres de los mejores jugadores ofensivos de la NBA arrasaron totalmente la temporada regular y, sobre todo, los playoffs: barrieron a Portland, Utah y San Antonio y devoraron a los Cavaliers, 4-1, a pesar del buen hacer de los dos de siempre, LeBron e Irving. Durant consiguió su objetivo a primeras de cambio: anillo y MVP de las Finales. Igualmente se había reses el odio de parte del universo NBA.

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Temporada 2017/18

Llegados a este punto, los de San Francisco no eran solo el rival a golpear. Simplemente era injusto. Dos jugadores de talento generacional como Curry y Durant, con la permanencia ideal para combinar un rendimiento altísimo con la prudencia y experiencia necesarias para seguir ganando, acompañados por dos escuderos como Thompson y Green, era poco que la NBA nunca había presenciado. Esta temporada los Warriors lideraron la alianza en todas las estadísticas de efectividad ataque; pero, increíblemente, el mejor récord del año no era suyo.

James Harden se llevó, por fin, el MVP y lideró a los Houston Rockets a 65 victorias, la mejor temporada regular de toda su historia. El camino estaba escrito: primero y segundo del Oeste se verían las caras por un superficie en la final. En una serie renombrado, se llegó al séptimo partido, donde la abandono de Chris Paul y una histórica ráfaga de 27 triples seguidos fallados les pusieron el pase en bandeja a los Warriors, que ya no tuvieron rival. Los Cavaliers, ya sin Irving, no pudieron ganarle ni un partido a los de San Francisco. Durant, de nuevo, MVP de la serie final.

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Temporada 2018/19

Una dinastía deportiva se puede concretar como el dominio de un equipo en una competición determinada durante un tiempo prolongado. Esto hicieron los Golden State Warriors a lo dadivoso del quinquenio. Sin secuestro, la magnitud desgasta más rápido incluso que la derrota. Esta fue una temporada larga para los hombres de Kerr. Se cayeron al tercer puesto en la alianza regular, por detrás de los Milwaukee Bucks del MVP Giannis Antetokounmpo y los Toronto Raptors, dos franquicias de la renacida Conferencia Este. Era época de cambios.

A pesar de todo, los Warriors volvieron a ser los mejores del Oeste. Tras sufrir más de lo esperado contra los Clippers y retornar a desistir a los Rockets, Kevin Durant se lesionó en el talón de Aquiles y la dinastía empezó a tambalearse. Con lo cabal, pudieron barrer a Portland, pero la lucha por el anillo sería contra los Toronto Raptors, que debutaban en una final. Kawhi Leonard había rematado, en su primer –y único– año en la franquicia, lo que DeMar DeRozan, ídolo definitivo en la ciudad canadiense, no había podido conseguir en diez temporadas. Y no se iba a estar ahí. Los Raptors sentenciaron la serie en seis encuentros. Primer título, MVP de las Finales para Leonard y primer anillo para dos españoles, Marc Gasol y Serge Ibaka. Al año próximo, Durant firmó por los Brooklyn Nets en la agencia vaco, Curry y Thompson se lesionaron de reserva y la dinastía de los Golden State Warriors llegó a su fin… ¿O quizás no?

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