Actualmente hay 10.521 licencias de taxi vigentes en el dominio metropolitana de Barcelona. No son pocas. Sin confiscación, en las últimas semanas se aprecia cierta escasez de taxis en las calles de Barcelona. Son frecuentes las esperas de clientes en las paradas, en distintas franjas horarias. La elaboración de un servicio a mano recurso en la calle no es tan rápida como solía ser. Las causas de esta escasez son fruto de una conjunción de factores que tensionan este servicio notorio. La ciudad sigue a pleno ritmo en este periodo prevacacional, pero el turismo ha hecho ya acto de presencia en las calles. Añádase a eso que se están enlazando grandes premios y festivales musicales multitudinarios como el Primavera Sound o, a partir del próximo jueves, el Sónar.
Todos estos factores explican la sobredemanda de taxis. Pero no pueden explicar que el servicio sea, en la habilidad, insatisfactorio. Hay que evitar que la clientela del taxi tenga la sensación de que no dispondrá de él cuando lo necesite. Por el perfectamente de unos y de otros.
Las esperas en las paradas o en la calle se han alargado en los últimos tiempos
Representantes del colectivo profesional no creen necesario ampliar la flota de taxis, pero lamentan las condiciones restrictivas que dicta el Instituto Metropolitano del Taxi (Imet) –el entraña autónomo dependiente del Àrea Metropolitana de Barcelona encargado de llevar la batuta y administrar el servicio– a la hora de dar nuevas licencias. Aunque asimismo es cierto que, frente a la escasez que motiva estas líneas, el Imet ha revisado su reglamento, al objeto de que taxistas que deberían vigilar jornadas de refrigerio puedan, excepcionalmente, alentar el servicio.
A resolver por lo que ocurre en la calle, estas medidas están demostrando ser insuficientes. Se dirá, quizás, que estamos en épocas de máxima demanda de servicios. O que las reformas en la movilidad ciudadana alargan los recorridos del taxi. Pero ausencia de eso sería una disculpa de recibo. Porque en ningún caso podría aceptarse que el servicio de taxi va a ser insuficiente en determinadas épocas del año. Y, mucho menos, en las épocas en las que hay precisamente una maduro demanda.
El sector del taxi, que suele alzar la voz con vehemencia para manifestar sus reivindicaciones, debe hacer ahora todo lo posible para corregir estas deficiencias. Todavía recordamos su paro del 2019, que colapsó la ciudad. O el del pasado mes de mayo. En ambas ocasiones para exigir restricciones en los servicios de Uber o Cabify, que consideran su némesis, pero que en situaciones de carencia como la presente vuelven a revelarse como muy necesarios.
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