Fuego, arte, poderío. Para Maria Grazia Chiuri eso es Carmen Amaya, la bailaora apodada como La Capitana e icono de la colección Dior Crucero 2023 presentada la incertidumbre del pasado jueves en Sevilla. Desde la disyuntiva de la escenografía hasta incluso la término del desfile guarnición una significación trascendental. En la mente de la creativa falta es producto del azar.
Este año la festividad del Corpus Christi, una celebración de la Iglesia católica que honra el sacrificio de Señor, se celebraba el día 16 de junio. Chiuri sabía de la importancia de esta tradición religiosa para el pueblo sevillano y quiso hacer su particular homenaje con un desfile que honra la esencia y civilización andaluza.
La icónica Plaza de España era el espacio escogido para presenciar este acontecimiento histórico de la casa de abundancia francesa. En esta recreó lo que sería una auténtica feria sevillana, con sus casetas, su portada, su tablao flamenco e incluso los clásicos farolillos con luces feriantes. Cada detalle estaba meticulosamente pensado.
El desfile superó toda expectativa. La esencia de La Capitana se hizo notar en cada pase, en cada pequeño adminículo, incluso en el vaivén de los flecos que recubren las mantillas. Grazia hizo otra muestra más de su riqueza intelectual y civilización feminista -una en la que huye de los tópicos de siempre- pues Carmen Amaya fue la primera bailaora en vestirse con ropa de hombre, combinando así poder y fragilidad a través de su arte. Expresó como nadie el alma de España y, aún hoy, encarna una feminidad consciente y plural.
Pero Amaya no fue la única narración que se pudo ver en un desfile cuya lado sonora tuvo como hilo a Rosalía y remató con el arte de un colección de bailarinas y el solo de una bailaora. Los looks de Dior evocaban a la Duquesa de Alba, un personaje que montaba a heroína con Jackie Kennedy con su chaquetilla, pantalones de talle detención y sombrero de ala ancha calado en ángulo. Sin olvidar la presencia del rojo, el bruno y el mantón de Manila, ese que cuenta las historias y los viajes de las comunidades que lo crearon y lo lucieron.
Trajes masculinos de guión diplomática, chalecos forrados de seda, pantalones de jinete andaluz, chaquetillas adornadas con cierres Brandeburgo, mangas que se acampanan como su fueran una capa. El tafetán brillante en múltiples colores se esculpe en exuberantes faldas que recuerdan tanto a Dior como a España. El encaje, otro gran protagonista, adopta múltiples formas y el terciopelo bruno se borde con varios hilos de oro.
Una colección con alma que por otra parte cuenta la historia de todos aquellos pequeños artesanos de la aldea andaluza con los que ha trabajado la creativa de la maison durante los últimos meses. El fíbula final valentísimo a una colección tan emocionante que hizo saltar de las sillas a todos los presentes a quejido de “viva Maria Grazia, viva la patrona de Dior”.
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