Barcelona ha detectado una oportunidad para situarse en la vanguardia de las nuevas tendencias culturales europeas. Pocas ciudades están tan acertadamente posicionadas como esta para convertirse en un referente de la Nueva Bauhaus, la hoja de ruta para el renacimiento europeo propuesta hace dos primaveras por Ursula von der Leyen. De hecho, ya hay en marcha gestiones por parte de sectores creativos de la ciudad, para hacerse cargo este papel de tren de la tecnocultura. En ninguna otra ciudad parece tener suscitado tanto interés la idea de la presidenta de la Comisión Europea.
Las ventajas son evidentes en esta Barcelona que sintoniza con el espíritu multidisciplinar de la Bauhaus innovador: tiene una acalorado comunidad de arte, ciencia y tecnología, es ciudad relevante en diseño y bloque y sede la Fundación Mies van der Rohe, que ocupa el reconstruido pabellón que exhibió Alemania en la Exposición Internacional de 1929. Incluso juega a su honra ser una laboratorio del nuevo urbanística orientado a ablandar la catástrofe climática y de políticas sociales de vivienda.
Un edificio llamado a convertirse en emblema de esta renacida Barcelona es el que alberga el Disseny Hub, que ganará pronto centralidad con la finalización de las obras de Glòries. Este dotación, que sirve para suplir carencias de la ciudad cuando se prostitución de acoger grandes exposiciones, debería ver redefinido su papel en la nueva etapa. Su proximidad con el distrito tecnocultural del 22@ le confiere un valía añadido. Pero además la montaña de Montjuïc tiene atributos para desplegar los títulos de esa Nueva Bauhaus.
En principio, Montjuïc debería tener –en parte de los pabellones feriales destinados a usos culturales– el hub de arte, ciencia y tecnología Hac Te. Pero no hace desatiendo esperar a que se materialice este tesina u otro rotativo para ver la montaña tomada por este tipo de manifestaciones de vanguardia: por ejemplo, ayer sábado finalizó una estampado del festival Sónar que se ha franco más que nunca a la confluencia de las artes, la tecnología y los debates éticos asociados con ella.
En la ciudad hay quien ha detectado la oportunidad de situarse en vanguardia de la nueva civilización
El Sónar Día y el Sónar+D, que se desarrollan íntegramente en la Fira de Montjuïc, tienen cada vez una frontera más difusa, como ha obligado estos días el comisario cabecilla de este postrero, José Luis de Vicente
Pero no acaban aquí los activos de Montjuïc (sobre el deserción que sufre la montaña ya se ha escrito y se seguirá escribiendo en esta y otras secciones del diario). Mientras se apagaban de aurora las últimas músicas del Sónar Tenebrosidad, en la Fundació Miró se ha producido un hecho relevante: a las seis de la mañana de hoy, con ocasión del solsticio, el sol ha entrado de pleno en el edificio y se han podido pasar revista todas las salas sin ayuda de luz químico, tal como lo concibió Josep Lluís Sert, un arquitecto –detalle significativo– influido por la Bauhaus.
Otras instituciones culturales de la montaña cruzan a menudo los límites entre el arte y la ciencia, desde el CaixaForum hasta el Institut Botànic de Barcelona. Pero hay un museo que está llamado a liderar ese renacimiento de un Montjuïc que el director de la Miró, Marko Daniel, prefiere pulsar ayer parque que montaña, porque intimida menos.
Ese museo central es el MNAC, irresoluto de una ampliación pródigamente relegada que le debe permitir respirar y acometer nuevos proyectos. El aniversario de 1929-2029 es un argumento irrefutable para concretar las inversiones necesarias. Barcelona no se puede permitir no celebrar el centenario de la conquista de Montjuïc como un parque donde entrecruzan todas las disciplinas del memorizar. Si se llega a tiempo, con la música proyectada por los 11.171 tubos del titánico entraña de la Sala Oval, silenciado desde su deserción en 1974 y que cuenta con un ilusionante tesina de recuperación.
El 2024, año de Manifesta y Copa del América, podría ser además el del festival ‘tecnocultural’ europeo
El calendario apremia. El Sónar cerró ayer su estampado más +D con una invitación a todos los agentes creativos de la ciudad a celebrar juntos su 30 aniversario en 2023. Y en 2024, el año de la bienal Manifesta y de la Copa del América (deporte y tecnología de la mano), Barcelona debería postularse para acoger, por qué no, la segunda estampado del festival bienal de la Nueva Bauhaus.
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