La del domingo ha sido una caminata electoral especialmente relevante. La más próxima, la de Andalucía, con un resultado claro, convincente, indiscutible. Pero que no quita relevancia al resultado de las elecciones francesas, que quizás no han sido tan claras, pero sí muy contundentes. Y, mucho más allá, Colombia igualmente ha hablado y lo ha hecho en términos que marcan claramente un nuevo rumbo para toda América Latina. Todo en un solo día, pero con disposición de proyectar sus posesiones durante bastantes abriles, o, en todo caso, algunos abriles.
Siempre se ha dicho que el poder desgasta, pero en Andalucía se ha demostrado que no siempre es así. La moderación, la no chirrido, han tenido premio. El candidato popular ha mantenido a lo espléndido de su argumento de gobierno un tono constructivo, despejado, próximo y posibilista. Y sobre estas bases ha personalizado una propuesta sin aristas que le ha permitido cobrar múltiples apoyos, procedentes de experimentos poco consistentes. Ciudadanos se ha deshecho, los podemitas con sus divisiones internas han puesto en evidencia sus fragilidades y Vox ha explicitado que no tiene disposición de alternativa de gobierno.
El PSOE ha perdido, pero se ha mantenido. Su condición de partido histórico le ha permitido ayudar su presencia y no tendrá que compartir con nadie más la responsable tarea de la concurso. Al ganancia del PP como gobierno mayoritario y del PSOE como concurso, lo que queda solo es poderse refugiar en apelaciones histriónicas, vacías de contenido. Al final los partidos de fuertes raíces acaban persistiendo, perfectamente como gobierno, perfectamente como concurso. Los movimientos oportunistas son coyunturales y/o acaban desapareciendo o estorbando.
En Francia, el resultado de las elecciones tiene muy poco de variación constitucional. El resultado histórico del lepenismo esmuy preocupante. A pesar del esfuerzo de evidente moderación de Marine Le Pen, lo que ella representa es claro y evidente. La nostalgia de la grandeur toma con ella una presencia antieuropeísta que es una auténtica amenaza para el futuro de todos nosotros. ¡No hay que olvidar que Mélenchon siquiera se define como un europeísta entusiasta! Y Europa necesita de Francia muy decididamente. Así, el resultado de Francia puede ser preocupante para los franceses, ¡pero aún lo es más –mucho más– para todos los europeos europeístas y igualmente para los ucranianos que lo quieren ser! El resultado de Andalucía se encuadra en el despliegue estable del ámbito constitucional. En Francia no está tan claro.
El resultado francés puede ser preocupante para los franceses, y para los europeos europeístas
Y en Colombia, la trofeo de Petro oficializa un nuevo rotación para toda Latinoamérica. Las ultimas elecciones en otros países del continente ponen de manifiesto una nueva dirección más izquierdosa y populista que debilita la influencia de Estados Unidos en aquella zona. ¿Llegan los chinos? Todo está por ver, pero todo, seguro, cambiará.
Trayecto electoral para memorar, pero la democracia ha funcionado. Las alternativas son posibles y son una prueba de la fuerza del sistema. Y esto es mucho más importante que el resultado que pueda darse. Cada sufragio en privilegio es siempre una trofeo de la democracia. Y así es como debe vivirse. Incluso desde la discrepancia y desde la derrota, porque así se justifica la defensa de la variación. Esta tiene un camino que las elecciones marcan. Ganando y perdiendo: así se hace la democracia.
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