Con el precio que tiene el carburante, ¿por qué hemos de trabajar arbitrario echándonos nosotros mismos la gasolina? ¿Tenemos carnet de manipulador de líquidos inflamables? Y si mientras la servimos ocurre un suerte, ¿quién es el responsable? Y si la derramamos en los zapatos o la ropa, ¿quién nos lo paga? Despiden a los empleados y nosotros hacemos su trabajo arbitrario y con riesgos.
¿Podemos entrar al mostrador de una canicería o pescadería y cortarnos las costillas del choto o unas rodajas de merluza? No. Pues lo mismo debería ocurrir con las gasolineras.
Carlos Frías Pérez
Barcelona
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