Fábricas sin averías, máquinas sin preocupaciones

El negocio de la robótica está creciendo a un ritmo del 7,6% anual desde 2016. La progresión se ha mantenido hasta hoy, incluso en los meses más duros de la pandemia del coronavirus, cuando hubo confinamientos masivos y la actividad de múltiples sectores se redujo, e incluso se paralizó, correcto a una emergencia sanitaria integral de primer orden.

Los equipos automatizados vienen utilizándose en las fábricas de los países más desarrollados desde 1960. Sin secuestro, con la cuarta revolución industrial, estos dispositivos han integrado inteligencia sintético y otras capacidades que han supuesto un brinco cualitativo sin precedentes. Sus impulsores subrayan que son más flexibles que sus predecesores. Y además que los operarios humanos.

 De hecho, como recuerdan los profesionales y los expertos, han sido diseñados para compilar y estudiar datos sobre sí mismos con el objetivo de mejorar su productividad en cualquier momento. Lo que puede pensar sobre su trabajo un empleado de carne y hueso, de regreso a casa en medida, lo analiza constantemente, sin interrupción, una de estas máquinas. Esa es la idea.

La intención de los ingenieros es que la decisión a los problemas llegue antiguamente de que arrecien los conflictos. Es asegurar, sostienen que lo fundamental es apoyarse en la previsión, no en el tratamiento capaz de las incidencias. Más que intervenir a toda velocidad cuando saltan las alarmas, lo que procede es no tener que desempeñarse. Si la actividad no se detiene, no hay pérdidas en la condena productiva y comercial.

Este planteamiento recibe la denominación de “internet de las cosas industrial”. En su forma más básica, un androide de este tipo consta de un manipulador y de un compensador. Y, en el origen de la secuencia de acciones, está la energía. El Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos (IEEE, por sus siglas en inglés), la asociación mundial de narración dedicada a la normalización y el mejora en áreas técnicas, ha preparado una hoja de ruta sobre esta cuestión.

Según sus técnicos, la etapa final, en la que se agregan funciones especiales a las labores clásicas, es uno de los principales retos. Materiales como el grafeno, sustancia casi transparente compuesta por carbono puro, con átomos organizados según un patrón similar al del plumbagina, muestran hasta qué punto la internet de las cosas industrial representa un gran avance. Los sensores de grafeno favorecen la internet de las cosas… y las innovaciones de la internet de las cosas permiten elaborar mejor el grafeno. En prontuario, estos sistemas son imparables.

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