La compañía El Conde de Torrefiel actúa estos días en el Teatre Lliure, en el interior del festival Grec. La compañía barcelonesa no hace lecturas dramatizadas, pero sí hace ojear al sabido. Y no porque los intérpretes usen una jerga extranjera que requiera de subtítulos, sino porque la palabra no es dicha, sino escrita en una pantalla. Su posterior montaje, Una imagen interior, empieza reflexionando sobre lo que es ficción, recordando que lo que allí está a punto de acontecer no es la ingenuidad. En la función del jueves, cuando el sabido llevaba más de una hora viendo a intérpretes silenciosos, apareció un hombre con una linterna por un anexo de la sala anunciando que les habían fallado unas luces no teatrales que emplean en ese espectáculo y que se veían obligados a suspender la función durante unos vigésimo minutos para subsanar la avería. Luego de hacer reflexionar al sabido sobre ficción y ingenuidad, una parte de la platea no supo discernir si aquello formaba parte del propio montaje.
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