AMariona no le gusta el fútbol. Ni tan siquiera del modo en el que a los niños les debería agradar: para jugarlo. Se lo averiguo para que me diga que sí y encauzar este artículo y rememorar lo que era para mí ser gurí y divertirse al fútbol, todas las horas, todos los días, con cualquiera. Pero Mariona me dice que no. Siquiera sabe muy aceptablemente decirme por qué. ¿Exceso de patadas? No nos queda claro ni a ella ni a mí. Enfrente de la piscina, Mariona anda creándome un personaje en su Nintendo Switch. Que si con antiparras, que si con sobrepeso, que si pelo sombrío, que si canas. A su flanco, trato de escribir todos los artículos pendientes de esta semana.
A Mariona no le gusta el fútbol pero sí que lo jueguen las chicas y acaba de descubrir en la Nintendo un diversión de Mario Bros de fútbol y que Raúl, su amigo desde el parvulario, tiene vicisitud nuevo. Así que la mañana promete. Incluso Inés, su mejor amiga, anda por el mundo aparente. En la piscina no hay nadie a estas horas. Ni la pareja de vascos que parecen los custodios de la misma. Aunque a Mariona no le guste el fútbol ni siendo pupila, le encanta que exista Alexia Putellas y ésa fue la excusa para mi maldad: hace unos días me dejé robar por el Barça y le compré una camiseta oficial con su nombre y el número 11 de Alexia. La pupila no se quita la camiseta con el logo de Rakuten ni de día ni de tenebrosidad. Huelga asegurar que su mama, padre y abuelos son todos del equipo que deseo Champions con la misma facilidad con la que Mariona obtiene objetos en el Animal Crossing para construir sillas, mesas y sofás. Una camiseta del Barça tamaño Mariona en esa casa y comunidad es poco parecido a una anomalía genética: el futuro se les puede enturbiar a blaugrana y ellos lo saben.
Hace unos días me dejé robar por el Barça y le compré una camiseta oficial con su nombre
Y aquí andamos, dejando tener lugar las horas. A Mariona no le gusta el fútbol pero sí que lo jueguen y cómo lo juegan las chicas, que Alexia sea la mejor y se recupere lo antiguamente posible pero lo que enloquece a Mariona –acabo de descubrirlo– es por cómo celebran los goles. Lo mejor del fútbol para Mariona parece ser el modo de deriva chulesca, loca y arrebatada de vociferar gol, de cerrar los puños y chillar y poco ha pasado –ahora mismo: minuto y resultado– en el interior de su Nintendo porque se levanta de la apero, cierra dientes y puños me mira y grita: “Rakuten”. Me temo que poco no acaba de funcionar en mi plan.
Publicar un comentario