Las versiones veraniegas de los programas de televisión y radiodifusión habituales no resisten la tentación de crear escenografías visuales y sonoras que abusan de la obviedad. Por ejemplo: Tot es mou Estiu (TV3) incorpora una piscina potencial y vistosa en el plató y propone una ambientación con chaises-longues, caravana y una gradación cromática tan tópica que invita a vestirse de riguroso duelo. Pero lo más temerario es que, como remate a la obviedad, se envite por contenidos de los llamados “refrescantes” que en la ejercicio bajan el lista no solo de la densidad y el estrés informativo sino que imponen una banalidad que no evoluciona. “Nadie político y pocas tertulias”, recomiendan los directivos para demostrar una reducción del desembolso en nombre de un entretenimiento más dinámico que parece renunciar al ejecutor tradicional del tentativa. Hace abriles, las exasperantes conexiones con reporteros condenados a vagar por las playas entrevistando a bañistas emporrados hasta las cejas podían funcionar pero el tiempo ha fosilizado este medio hasta la flaccidez. En un mundo ideal, los contenidos veraniegos deberían someterse a una meritocracia temática parecida a la del invierno, la primavera o el otoño. Porque el peligro es que las peculiares características del verano sirvan de coartada por infantilizar el tono de los presentadores y los colaboradores, como si los espectadores necesitáramos que nos hablen en un tono que, más que invitar a la simpatía, nos disminución (todavía más) la autoestima.
EGM. La publicación de los datos del EGM radiofónico no modifica las tendencias de los últimos abriles. Se mantiene el quebrada entre la contemporaneidad y la inmediatez, y a menudo las emisoras generalistas buscan en esta inmediatez nuevos filones de adhesión. Eso tiene un inconveniente: agrava la sumisión a otras tecnologías, fragmenta el ritmo, crea el espejismo de una falsa décimo y establece una relación con el asistente en la que la histeria es el combustible. Eso explica que, para compensar, muchos contenidos que funcionarían en un planteamiento radiofónico más clásico, tengan que buscarse la vida en el universo del podcast. Paradoja: para escuchar contenidos de radiodifusión convencional tienes que agenciárselas cada vez más podcasts porque la antena generalista está secuestrada por la fiebre de la inmediatez.
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