No cualquier médico se escaparía de la cama del hospital, aquejado por un cólico renal, para ir al quirófano a efectuar de necesidad a un paciente. Eso solo lo hace un apasionado de su profesión como Antonio de Lacy, superior del servicio de Cirugía Gastrointestinal del hospital Clínic de Barcelona, de donde esta mañana se ha despedido tras 45 primaveras de operaciones (desde que se ofreció para trabajar en 1977 y le dijeron, "quédate, que ya puedes hacer la primera destacamento", según ha contado él mismo).
El cirujano seguirá en la sanidad privada (opera igualmente en Quironsalud) y en ambiciosos proyectos que aún no quiere desvelar. Pero su salida del Clínic ha hecho que más de uno se haya lamentado hoy de que la sanidad pública no retenga a profesionales de este calibre y aún con mucha trayectoria por delante.
Lacy (Mallorca, 1957) se ha despedido a lo ancho, como su carrera, en el paraninfo de la Venia de Medicina de la UB pegada al hospital, en un acto con más intervenciones que la atavío de los Oscar. Desde los directivos del Clínic Josep M. Campistol y Antonio Alcaraz y su colega Antoni Trilla (que le ha dedicado la canción Good job hecha por Alicia Keys para los sanitarios durante la pandemia) hasta el cerrojo que ha puesto el conseller de Salut, Josep Maria Argimon, profesionales sanitarios (han asistido del Clínic y de otros centros) y “amigos” diversos han loado la figura del médico, pionero en España –y uno de los maestros mundiales– desde hace dos décadas de la cirugía mínimamente invasiva, con tan pronto como incisión, que utiliza los orificios naturales del cuerpo y las técnicas laparoscópicas y robóticas para acelerar la recuperación del paciente (para efectuar, por ejemplo, una vesícula biliar por la boca o el meollo o extirpar un cáncer de colon por el ano).
Hasta ha habido en el acto saludos vía vídeo de los actores Michael Douglas y Catherine Ceda Jones, del arquitecto Norman Foster y de John Hoffman, CEO de la empresa que organiza el Mobile World Congress, donde Lacy demostró en 2019 cómo efectuar de forma teleasistida. La plataforma online de formación quirúrgica que creó, AIS Channel, con proyección internacional, es otra muestra de esa cirugía del futuro que ha querido avanzar Lacy. El tablado valentísimo del acto habría sido su robotizado quirófano.
El cirujano ha trabajador su despedida –con emotivos momentos de rememoración de su esposa fallecida e intervenciones de sus dos hijos– para investigar la bordadura de todos los trabajadores del hospital que hacen predominar a médicos como él, un “Messi de la cirugía”, como le ha llamado Alcaraz.
Han hablado tres compañeras de equipo (cirujana, anestesista y enfermera) y otros colegas, así como pacientes, como una muchacho, operada más de 10 veces por Lacy y a quién, insólito de su industria con el bisturí, le ha agradecido su “humanidad”, que le “sostuviera la mano ese día que me desangraba”.
Las intervenciones han compuesto un retrato del cirujano del que se han destacado la “determinación”, “pasión y gran capacidad de trabajo”, la “prisma innovadora”, su “yuxtaposición” al Clínic y a los pacientes y cómo ha contribuido a que se reconozca al Clínic entre los mejores hospitales. Pero igualmente se ha bromeado sobre su “impaciencia” y lo “insoportable” que es, a veces, por su nivel de exigencia.
"Insoportable", a veces, por su nivel de exigencia
Lacy ha sabido usar su posición y su arrolladora personalidad para entender mecenazgo y apoyos de la industria y patronal a la sanidad pública y ha remarcado hoy el papel de bienhechor como Pere Mir y Esther Koplowitz o de empresarios presentes como Manel Torreblanca, Javier Godó, la tribu Puig y Tatxo Benet, entre otros. Al acto, dominado por las batas blancas, han acudido asimismo los ex presidentes Artur Mas y Quim Torra, los ex consellers de salubridad Xavier Trias y Boi Ruiz y el presidente del Col.legi de Metges de Barcelona, Jaume Padrós.
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