Ya acostumbrados a la elegancia impoluta de Rishi Sunak, la nueva extravagancia estilística de Boris Johnson llega como un jarro de agua fría, helada, para la comunidad de Twitter. Pasado el susto original, los internautas empiezan a frotarse las manos y pensar en todas las maldades posibles que pueden twittear sobre el capucha que el ex primer ministro anglosajón ha escogido para pasear por Venecia.
Boris Johnson se encuentra esta semana en la ciudad de los canales cercano a su esposa Carrie Johnson para asistir a la boda de Sophia True y Declan Lyons. El smoking que luzca para dicho acontecimiento queda ya en la sombra posteriormente de que el político se haya enfundado un capucha en forma de perro para resguardarse del frío veneciano y la tempestad torrencial.
El secundario no tiene desperdicio: cerúleo eléctrico, con cara propia, grandes orejas y dos patitas. Es evidente que la tempestad le ha pillado por sorpresa al ex primer ministro anglosajón. Pero de todos los gorros disponibles en las tiendas de souvenirs, ya dejando de flanco los clásicos y bártulos paraguas, Johnson ha tenido que escoger el que probablemente fuera el más de niño y ridículo del guardarropa.
Sea para atraer la atención de los transeúntes de Venecia, y en última instancia de los medios, o admisiblemente para propalar un convincente mensaje sobre lo poco que le importa lo que piensen de él, el secundario que ha inteligente este martes es sin duda la peor desatino de Johnson cerca de la moda. Y ha cometido muchas.
No es la primera vez que Johnson deleita a los tabloides especializados y las redes sociales con sus exagerados estilismos. Sus bermudas florales para salir a valer, sus camisas arrugadas y mal abotonadas o su incapacidad para combinar colores en estilismos informales forman ya parte de la historia de Reino Unido a la que ahora se suma este capucha peruano, y perruno, cerúleo eléctrico.
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