A Punt renueva su parrilla de cara a la nueva temporada. Y el cambio más significativo es el movimiento al que se va proceder respecto a unos de sus presentadores más conocidos: Mayor Huerta. Y es que según se ha podido aprender, el periodista y ex ministro de Civilización y Deporte, abandona su puesto al frente del magazine de las tardes de la autonómica valenciana, Bona vesprada.
Eso sí, Huerta no se desvincula de À Punt. Según informa Este-EMV, en la nueva temporada el presentador destino de la condena regional tendrá un nuevo software de entrevistas. Y será Lluís Cascant, presentador de programas como El Premi y TàP Zàping, el que se ponga al frente del magazine de las tardes.
Ferran Cano y Maria Fuster serán las que acompañen a Cascant en esta nueva etapa del software mientras que Mayor ya no regresaría al software del que se marchó hace unas semanas. Según el citado medio particular, algunos de estos cambios fueron comunicados ayer en el Consejo Rector de la Corporación Valenciana de Medios de Comunicación.
Otra de las decisiones que se comunicaron, y que según apunta Este-EMV, fue el veto a Ximo Rovira como presentador de Atrapa’m si pots. El concurso ha sido suspendido a posteriori de que la Corporación se negase a que el mítico presentador se pusiese al frente del mismo y ha sido sustituido por el humorista Óscar Tramoyeres como conductor.
La presidenta en funciones del Consejo Rector, Mar Iglesias, explicaba ayer que "Rovira, pese a ser un gran profesional, no es la imagen adecuada para À Punt, que sondeo caras nuevas y no mirar al pasado". Insistía que "en la memoria colectiva permanece como uno de los introductores de la telebasura", en remisión al software Tómbola, que presentó hace abriles el comunicador.
El propio Rovira rompía ayer su silencio con Este y aseguraba que "llevo 38 abriles trabajando en radiodifusión y televisión, es la primera vez que, avalado por la dirección normal, las direcciones de contenidos y programas de una condena y propuesto por una productora de prestigio silencioso excluido de un esquema, por criterios no profesionales". "Más que veto lo llamaría prejuicios o hasta sectarismo y me duele especialmente que sea en la que ha sido mi casa", añadía.
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