Hace un año, Estados Unidos ultimaba los preparativos para su desastrosa retirada marcial de Afganistán, entre sensaciones de fiasco y de derrota. El lunes, ese mismo país fue tablado de una operación antiterrorista que hizo que subiera la autoestima del pueblo estadounidense al saberse que la CIA había terminado en Kabul con la vida de Ayman al Zauahiri, líder de Al Qaeda y cerebro del 11-S, mediante dos misiles lanzados por un dron.
Vigésimo primaveras llevaban los servicios de inteligencia norteamericanos tratando de dar con el paradero de este terrorista egipcio de 71 primaveras, que tomó el dimisión de Bin Laden cuando este fue muerto en el 2011 por los Navy Seals en la ciudad paquistaní de Abbottabad. Al Zauahiri fue localizado hace unos meses en una casa de Kabul con su comunidad y, desde abril, EE.UU. preparó el ataque que finalmente Joe Biden autorizó y que se produjo en la mañana del domingo. Que el presidente se dirigiera a la nación para informar de la asesinato del líder de Al Qaeda confirmar la importancia y el simbolismo que para los estadounidenses tiene esta operación. “Se ha hecho rectitud”, dijo Biden.
La CIA mata en Kabul a Ayman al Zauahiri, cerebro del 11-S y sucesor de Bin Laden
La información facilitada demuestra que la presencia de Al Zauahiri en Kabul violaba los acuerdos de Doha del 2020 por los que EE.UU. aceptaba una retirada marcial completa de Afganistán, y a cambio los talibanes se comprometían a no dar acogida en el país a terroristas. Los hechos parecen demostrar que Afganistán se ha vuelto a convertir en un refugio para muchos terroristas huidos de Pakistán, como ya ocurrió entre 1996 y el 2001. Washington ha dibujado al régimen talibán de violar “gravemente” los acuerdos de Doha, pues se hace muy difícil imaginar que el líder de Al Qaeda viviera en un intramuros residencial de Kabul sin que los talibanes lo supieran.
El éxito de la operación antiterrorista prueba que, tras su salida del país, EE.UU. sigue manteniendo un elevado nivel de inteligencia en Afganistán, adicionalmente de suceder ampliado la colaboración con Pakistán.
La asesinato de Al Zauahiri podría suponer el debilitamiento definitivo de Al Qaeda al no tener claro sucesor, pero no de otras franquicias extendidas por África y Asia que usan ese nombre pero sin tener ninguna vinculación orgánica. El terrorista egipcio fue quien sembró las bases ideológicas del clase yihadista. Era más duro y radical que Bin Laden, pero en los últimos primaveras se convirtió en una figura remota y insignificante que solo emitía mensajes por vídeo ocasionalmente. Gobernaba la decadencia de Al Qaeda, especialmente tras la aparición de Estado Islámico, pero seguía siendo uno de los terroristas más buscados por EE.UU. para eliminarlo y poder así ocurrir página del 11-S.
Publicar un comentario