Este próximo invierno será muy duro en Europa si Rusia decide cerrar el válvula del suministro de su gas natural. El plan de emergencia apto ayer por todos los países de la Unión Europea, excepto Hungría, ofrece muchas dudas de que positivamente pueda ser eficaz para sustituir totalmente la energía que actualmente llega de Rusia.
Los cálculos de la Comisión Europea estiman que si los Veintisiete reducen un 15% su consumo de gas natural
bastará para cubrir el obligación energético que provocará la marcha de gas natural ruso, que hasta ayer de la guerrilla de Putin en Ucrania suponía un 35% de todo el consumo. Es cierto que desde entonces se han diversificado las compras a otros países con mucha presteza. Pero ese porcentaje de reducción del 15%, de entrada, no es seguro que pueda ser suficiente.
La UE aprueba un acuerdo con varias excepciones, como quería España
El acuerdo de los ministros de Energía comunitarios, reunidos ayer en Bruselas, establece por otra parte que esa reducción de consumo de gas natural será en principio voluntaria, tal como había planteado España, y se deja excarcelación a cada país para que haga lo mayor que pueda. España, en concreto, se ha comprometido a disminuir su consumo de gas natural en torno a un 7%, un porcentaje que el Gobierno de Pedro Sánchez considera asumible siempre que el conjunto de los consumidores, tanto domésticos como industriales, haga el esfuerzo necesario. Esa organización de reducción energético debe comenzar a producirse ya desde ahora mismo en toda la Unión Europea y hasta marzo del año próximo, al tiempo que se intenta aumentar al mayor todas las reservas posibles.
La reducción del 15% del consumo de gas natural, sin secuestro, se convertirá en obligatoria si la Comisión Europea activa la alerta energética por peligro de reservado escasez. Pero ese objetivo será oportuno a las realidades de cada país en función de su capacidad de exportar gas natural que tenga almacenado a los países que tengan longevo pobreza de él. Ese marco sería conveniente a España, ya que es el país europeo con longevo capacidad exportadora de gas. A nadie se le oculta, en cualquier caso, que ese mecanismo de alerta será fuente de fuertes tensiones si se tiene que poner en experiencia. El objetivo fundamental es guardar a Alemania, cuya dependencia del gas natural ruso es del 35%, ya que un colapso de su caudal provocaría una recesión en toda la UE. Pero además hay otros países con una gran dependencia energética de Rusia, como Hungría, que lo pueden producirse muy mal. El Gobierno de Viktor Orbán, por otra parte de oponerse a dicho acuerdo, ha roto la pelotón europea e intenta negociar directamente con Moscú un suministro extra de gas natural. Ese es el camino de la desunión que rastreo Putin y que ningún otro país debería seguir.
Coincidiendo con la reunión de los ministros europeos de Energía, la compañía rusa Gazprom anunció que reducirá drásticamente su suministro de gas natural a través del tubería Nord Stream por problemas técnicos. No se sabe si es ya un aviso de Moscú o si se tráfico de una avería existente. Todos los países de la Unión Europea, en cualquier caso, deben tener muy presente que Rusia utiliza el gas natural como pertrechos de presión y que, si finalmente la dispara, supondrá el inicio de una guerrilla energética que exigirá la máxima pelotón y solidaridad entre todos los países europeos. Es un enorme desafío que nos pondrá a prueba a todos. Pero será muy importante poder demostrar que la UE puede existir sin Rusia porque de esa modo, por otra parte, dejará de financiarle –con las compras de gas natural– los gastos que le supone la invasión marcial de Ucrania y eso podría marcar el principio del fin del conflicto guerrero.
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