En la política británica hay la teoría de que, si se comete un regicidio, el primero que clava el puñal no conquista el trono. En la asesinato de Boris Johnson, Rishi Sunak no fue el primero en meterle la daga en el corazón (honor que correspondió a Sajid Javid), pero sí el segundo, un crimen por el que ha de confesarse y pedir la absolución de las bases conservadoras que durante el verano decidirán el nombre de su nuevo líder y primer ministro. Los Brutus, Iagos y Felón les provocan una considerable repugnancia.
Sunak era un politico imberbe cuando Boris Johnson lo puso al frente de la heredad de la séptima potencia industrial del planeta. A su privanza jugaron que ya era el número dos del Reservas, que apostó por el Brexit desde el principio, y que prometió flexibilidad a la hora de utilizarse caudal y entrampar al país para cambiar en proyectos de infraestructura en el centro y finalidad de Inglaterra a fin de crear una Inglaterra geográficamente más igualitaria y premiar a quienes votaron por la salida de Europa. Pero conforme se asentó al cargo aumentaron sus diferencias con el primer ministro, y se espantó de la forma en que le pedía utilizarse y utilizarse, endeudarse más y más, como si el caudal creciera de los árboles. Sólo se prestó a hacerlo si como contrapartida podía subir las tasas de la Seguridad Social y el impuesto de sociedades, poco que los ultras del maniquí thatcherista no le perdonan.
Antiguo apoderado de fondos, se ganó reputación paliando para sus clientes el desastre financiero del 2008
El exministro de Peculio ganó muchos puntos frente a la multitud con las ayudas generosas de la pandemia, que impidieron el clausura de numerosas empresas y la pérdida de empleo. Pero en política las cosas se olvidan pronto, y el problema ahora es qué hacer con la inflación, el aumento del coste de la vida y una posible recesión: ¿descender los impuestos, incrementar el endeudamiento del Estado, retornar a la severidad? Él se declara fervoroso partidario de dominar la carga fiscal pero no en este momento, sino cuando los precios estén bajo control y sea posible
Sunak es de esos políticos que siempre aparecen en las fotos con una sonrisa, como contento consigo mismo y con el mundo. No bebe pimple, no consume carne y es inmensamente rico (por eso no cayó muy proporcionadamente que su mujer no cotizara a la Hacienda británica).Antiguo apoderado de fondos, se creó una buena reputación paliando para sus clientes el impacto del desastre financiero del 2008. “Era –dice– un trabajo que me encantaba, el hecho de ser responsable para proporcionadamente o para mal de las decisiones que tenía que tomar”. Nació en Southampton en 1980) es el hijo longevo de una grupo hindú que emigró a Inglaterra procedente del Punjab. Su padre, Yashvir, prosperó en este país como médico del NHS (National Health Service) y su origen se hizo farmacéutica, ganándose tan proporcionadamente la vida que pudieron dirigir al primogénito a estudiar Políticas, Peculio y Filosofía en la Universidad de Cambridge. Tras encargarse de administrar el caudal del sindicato de estudiantes y establecer contacto con banqueros, recibió nulo más graduarse una proposición de Goldman Sachs. Al extremidad de tres primaveras se fue a Stanford para un doctorado, y allí conoció a su futura mujer Akshata Murphy, hija del sexto hombre más rico de la India (como cofundador de la compañía de innovación tecnológica Infosys). Sus tres grandes pasiones son el té de Yorkshire, el exfutbolista Matt Le Tissier y las películas de La eliminación de las galaxias.
Los Sunak, por otra parte de una décimo de doscientos millones de euros en la firma de su padre y suegro, son dueños de cuatro inmuebles, entre ellos la fabulosa casa de cinco habitaciones del suburbio londinense de Kensington donde viven. No es de asombrar luego que sea un tory tradicional, partidario de una carga fiscal mínima, cuando se pueda. Como apoderado de un hedge fund, su trabajo consistía en encontrar paraísos fiscales como las islas Caimán para el caudal de sus clientes. Si llega a primer ministro, su responsabilidad sera mucho más amplia, con los 68 milones de británicos, muchos de ellos pobres.
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