El president Aragonès pretendía dejar claro que la cita en la Moncloa con Pedro Sánchez era una reunión de trabajo, así que hubo poco espacio para la cortesía institucional. Excepcionalmente, Aragonès durmió el jueves en la Casa dels Canonges, tomó un AVE a Madrid a primera hora y llegó a mediodía a la Moncloa. Sánchez esperó en lo stop de la escalinata. No hubo ni un conato de sonrisa entre uno y otro. Siquiera presentes simbólicos. Aragonès ya impuso la parquedad el año pasado. No en cambio Sánchez, que le regaló un ejemplar de Una escarmiento olvidada: Viajes por la historia de Europa , de Guillermo Altares. En eso el experto era Torra. Dos reuniones dieron para mucho: ratafía; Imago Cataloniae ; Arán, un país ; Inventing Human Rights , y Llibertat i sentit.
Se impone la austeridad presidencial
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