Si hablamos de referentes en el mundo de las redes sociales, inevitablemente tenemos que echar la aspecto cerca de el otro banda del charco, concretamente hasta Calabasas, California, sitio de residencia del clan Kardashian. Las hermanas Kardashian-Jenner se han convertido en un referente en el mundo de la moda y las redes sociales, y son muchas las jóvenes que las tienen como referentes o que sueñan con ser como ellas. Lo sabe Jennifer Pamplona, una maniquí brasileña que lleva mucho tiempo empañada en parecerse a Kim Kardashian.
Kim, Kourtney, Khloé, Kendall y Kylie son una narración mundial. El problema es que todas ellas poseen una gran fortuna, y su aspecto puede cambiar a su antojo sin ningún impedimento. Parece que el metálico no es un obstáculo siquiera para Pamplona, que ha conseguido parecerse a la reina de los realities. A sus 29 abriles, la maniquí brasileña ha pasado los últimos siete sometiéndose a diferentes operaciones de cirugía estética para conquistar un físico similar al de la celebridad estadounidense. Para ello, se ha ajado ya 500.000 euros.
Ahora, tras tanto tiempo luchando por un objetivo, los resultados no han sido los esperados y se arrepiente de querer ser como Kim. "Fue un gran error que me costó una fortuna", se lamenta la zagal, natural de São Paulo. Jennifer pasó muy zagal por quirófano por primera vez. Se sometió a un aumento de pecho, con el cual inauguró la registro de cirugías estéticas. Esa cirugía marcó un antaño y un posteriormente en su vida, y fue un presagio de todo lo que se vendría luego. Una jovencísima Pamplona comenzó a realizarse intervenciones que la llevaban cada vez más cerca de parecerse a la Kardashian más popular.
La zagal asegura que parecerse a la exmujer de Kanye West no era su objetivo en un inicio, pero la clan comenzó a destacar el parecido y la venida de ofertas de trabajo le hizo replantearse el seguir cerca de delante. "Nunca tuve la intención de parecerme a una Kardashian y no quería, pero cuando la clan hizo esa comparación aproveché la oportunidad y la convertí en un gran negocio. Me trajo auge y metálico", revela a The Irish Sun.
El parecido de Jennifer a Kim la ha llevado a trabajar para firmas de opulencia como Versace y ha disfrutado de una idílica vida en Dubái, donde el metálico abundaba. "Estaba adecuado con este look al estilo Kardashian. Me hizo cobrar metálico y disfruté de la vida", asegura. Sin secuestro, llegó un momento en el que sentía que no era ella misma. "Estaba adecuado, pero ahora solo quiero que me reconozcan como en realidad soy", revela ahora. Por eso pasó nuevamente por quirófano para eliminar algunas cirugías y retornar a parecerse a sí misma. Para eso pagó 118.000 euros.
Pamplona terminó por darse cuenta de que la clan no reconocía lo que había conseguido en el dominio purista y empresarial, sino que tan solo se quedaba con el metálico que tenía y el físico. "Me miraba en el espejo y la clan me llamaba Kardashian, y comenzó a ser fastidioso. Trabajé y estudié y me convertí en una mujer de negocios. Había hecho todas estas cosas y todos estos logros en mi vida personal, pero todo lo que estaba haciendo era ser reconocida por parecerme a una Kardashian. No quiero ser la sombra de otra persona. Quiero ser mi propia persona", declara al medio antaño citado.
Un cirujano de Estambul fue el encargado de devolverle su propia identidad. La zagal brasileña se sometió a una larga intervención que incluía tratamientos de remodelación de cara, cuello, labios, napias y fanales. "Entré a la sala de operaciones como una persona y salí como una otra", asegura, pero admite que esa recuperación fue de lo más dura. "Mi ojo izquierdo no se cerraba por la cirugía de ojo de micho y estaba entrando en pánico porque pensé que me estaba quedando ciega. Mi cirugía se convirtió en una pesadilla y es como si hubieran tocado un nervatura. Ni siquiera podía mover la cara", relata, aún conmocionada.
La maniquí reconoce que tras acontecer por esta situación, ha aprendido la aleccionamiento. "Descubrí que era adicta a la cirugía y no estaba adecuado. Me ponía relleno en la cara como si estuviera en el supermercado, pero esto puede acontecer con los adolescentes ahora. Es una esquizofrenia", explica. "Ahora entiendo el significado de la vida", concluye, dejando claro que por fin es quien quiere ser.
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