Vacaciones con periscopio

Las asueto nos han devuelto la normalidad. O eso creemos. Las autopistas engullen con tardanza los atascos kilométricos. Los europeos buscamos el mar o nos refugiamos en las montañas. Son muchos los que se quedan en casa por yerro de fortuna o por enfermedades más o menos crónicas. Vivimos pegados al móvil para comprobar que la virtualidad coincida con la verdad pura y dura.

Cuando empezó la Gran Extirpación (1914), el escritor austriaco Stefan Zweig se encontraba de asueto cerca del puerto belga de Ostende. Escribía que los “turistas se tumbaban en la playa próximo a sus casetas de colores brillantes o se bañaban en el mar, los niños hacían desaparecer cometas, los jóvenes bailaban frente a los cafés o en el paseo próximo al pared del puerto”. Nadie miraba por el periscopio.

Vivimos pegados al móvil para ver si la virtualidad coincide con la verdad pura y dura

Todo el mundo se divertía amistosamente. Cuenta Margaret MacMillan en su gran obra sobre las causas que llevaron a la pelea de 1914 que en mayo del año mencionado, en el breve interludio de las dos guerras balcánicas, los primos Jorge V de Inglaterra, Nicolás II de Rusia y Guillermo II de Alemania se reunían en Berlín para la boda de la única hija del césar.

Mínimo alrededor de presagiar que interiormente de un año los tres imperios estarían en pelea. Una pelea que nadie quería pero todo el mundo temía fatalmente. Se intentó frenar a Austria para que no declarara la pelea a Serbia a posteriori del atentado de Sarajevo del 28 de junio. Se presionó a Rusia para que no entrara en el conflicto en alianza con Francia y Gran Bretaña.

Lo imprevisto ocurrió fatalmente. Edgar Morin cuenta, desde la perspectiva de los más de cien primaveras de vida, que todo lo que le ha ocurrido a él no estaba previsto ni planeado. Siquiera el futuro de los pueblos y los estados está escrito en ninguna parte.

Pero es evidente que estamos en medio de cambios muy profundos, cuyas consecuencias desconocemos. La pelea en Ucrania es un principal detonante que, por ahora, las dos partes no detienen. La distribución de los fortuna de equipo, la energía y los alimentos han encarecido el coste de la vida. Llegará el punto de inflexión y vendrán tiempos mejores. El hecho de disfrutar de las asueto no esconde un problema de fondo relacionado con las desigualdades sociales crecientes. Por ahí tiene que venir el cambio, que será moroso pero necesario.

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