El astrolabio de Vox

El poeta romano Catulo dejó dicho en una de sus hermosas elegías que no existe tarea más difícil que renunciar de forma súbita a un sexo antiguo. El pericia y la costumbre, adicionalmente de fuentes primarias del Derecho, son dos rituales que definen nuestra identidad. Para Macarena Olona, Andalucía no era un sexo antiguo, sino una etapa más de su carrera. No le ha costado pues demasiado tiempo renunciar a su condición de parlamentaria regional. Su drama es otro: las trascendentes elecciones en Andalucía han sido para la exportavoz en el Congreso poco así como la visión cenital del precipicio en cuyo borde se celebra la danza de la lucha (política).

El 19J tenía que haberla llevado a la cúspide, pero casi dos meses a posteriori de la celebración de estos comicios ha precipitado su deserción de la actividad pública, oficialmente por motivos de salubridad, poniendo fin a una carrera fulgurante que, alimentada por la demagogia y la yerro de escrúpulos, había empezado a causar inquietud en el refugio de la calle Bambú, sede del partido de Santiago Abascal en Madrid, donde la competencia no es bienvenida.

Cincuenta días a posteriori de que las urnas otorgasen a Atezado Bonilla una inaudita mayoría absoluta que convierte en irrelevante el papel de los catorce diputados de Vox, el partido retrógrado ha decidido poner punto final al paréntesis Olona con una autoenmienda categórica contra sí mismo. La gran autonomía del Sur, que es donde comenzó a emerger electoralmente la estructura de Abascal, proyecta ahora mismo una inmensa sombra sobre la viabilidad inmediata del esquema, adicionalmente de evidenciar el conflicto entre sus dirigentes.

Santiago Abascal y Macarena Olona, en un mitin en Málaga

Santiago Abascal y Macarena Olona, en un mitin en Málaga

EUROPA PRESS

La atrevimiento de Vox ha sido retornar a la etapa previa a la irrupción de su candidata, designando de nuevo portavoz en Andalucía al diputado Manuel Gavira, desplazado en vísperas de los comicios regionales por el equipo particular de Olona. Del núcleo duro de la exportavoz en el Congreso, ya no queda casi nadie: ni su patrón de campaña, Jacobo González-Robatto, purgado de su escaño en el Senado; ni su asesor de prensa, Álvaro Zancajo, exdirector de los servicios informativos de Canal Sur en la primera lapso de la derecha en San Telmo.

Olona, que tomó posesión de su escaño en la cámara de las Cinco Llagas para avituallar la apariencia de que su traslado a Sevilla era definitivo, rompió la baraja cuando constató que no podría retornar a Madrid como senadora por Andalucía, que era la fórmula ideada para, sin incurrir en una espantada, recuperar su protagonismo en el ámbito político franquista. La calle Bambú dijo no. Y Olona prefirió abandonarlo todo a posteriori de una campaña desastrosa y unos resultados electorales que, sin ser malos, no han permitido a Vox consumar el órdago de entrar en San Telmo. Si las expectativas son demasiado altas, la caída siempre es maduro.

El fiasco, que se barruntaba antiguamente de la celebración de las elecciones a pesar de los buenos augurios de los sondeos, certifica que el crecimiento del partido ultrapopulista tiene techo. Que se haya concretado en Andalucía, cuyo plano político marca los cambios de singladura en la política española, es doblemente significativo. El astrolabio andaluz muestra el tope del punto de bullicio de Vox. No baste con la dilema de un persona de relación mediático para triunfar. 

Olona, en el Parlamento andaluz

Olona, en el Parlamento andaluz

Vox

La candidata, sin vínculos reales con Andalucía, contempló su aventura meridional como una fase (triunfal) de paso en un reconvención político mucho más codicioso que debía, si las cosas hubieran saliente admisiblemente, hacerla más influyente en la dirección del partido. Ese tránsito exigía convertirse en vicepresidenta de la Trabazón –en el supuesto de que el PP fuera incapaz de obtener mayoría suficiente– para disfrutar de una tribuna institucional con indudable proyección política que le permitiera multiplicar su enhiesto orgánico en la calle Bambú.

Olona no formó parte del núcleo fundacional de Vox ni siquiera era miembro de su Comité Ejecutante. Su papel estaba restringido a un puesto delegado –la vicesecretaría de relaciones con las Cortes– dependiente de la presidencia y la secretaría militar de la estructura. Carecía pues de autonomía política. Esta situación azar hubiera cambiado si Vox hubiera entrado en el gobierno andaluz, hexaedro que el poder institucional es la espita que permite a todos los partidos sumar alianzas y blindar las estructuras partidarias propias. No ha sido así.

Legado el agorero desenlace del caso Olona, parece evidente que la envite en Andalucía ha saliente rematadamente mal. La campaña, que se limitó a replicar sin cautela una estampa folclórica ajena a la verdadera sensibilidad política del Mediodía, incluso para muchos de sus militantes más devotos, patinó desde el manifestación. Abascal tuvo adicionalmente que implicarse en persona desde el principio al descubrir que los sondeos más optimistas se desinflaban.

El diputado andaluz Manuel Gavira

El diputado andaluz Manuel Gavira

Vox

Los resultados del 19-J han terminado sacando a la luz las discrepancias internas –poco singular en un partido que funciona con costumbres marciales– y amplifican la teoría de que la burbuja ultraderechista azar haya explotado, hexaedro que en el Sur de España el PP ha sido capaz de convertirse en un poder hegemónico inmóvil sin el concurso de Vox.

Se manejo de un mensaje venenoso para Abascal que, según los sondeos, otorga a Feijóo opciones de convertirse en el aviador (solitario) del caza que debe derribar al presidente del Gobierno, que ha interpretado inteligentemente las elecciones andaluzas como una puesta en torrentera de las municipales –que se celebrarán en diez meses– y un pronostico hostil frente a las generales.

Es una ley de la física. Todo lo que sube, herido. La naturaleza, bella y violenta, es la eterna sucesión de instrumentos antagónicos. Una suma de factores opuestos, como expresa la antigua filosofía china, que se relevan. Olona, cometa fugaz, es la gran metáfora del estancamiento de Vox. Debía salir del cuadro. Los nuevos 97.954 votos (un 2,49% más) ganados en los últimos tres primaveras de colaboración con el PP y Cs en Andalucía han sido insuficientes para dominar en régimen de monopolio el eje de la gobernabilidad. Crecer no siempre equivale a ingresar.

Post a Comment

Artículo Anterior Artículo Siguiente