La espada de Bolívar salpica la presencia del Rey en la toma de posesión de Petro

La osadía del nuevo presidente de Colombia, Gustavo Petro, tras asegurar su cargo, de ordenar el traslado de la espada de Simón Bolívar desde el interior del palacio presidencial al foráneo, donde se celebraba el acto solemne de su investidura, ha rematado por esparcir la presencia del rey Felipe en la ceremonia.

Felipe VI, que ayer regresó a Palma tras su alucinación relámpago a Bogotá, permaneció sentado, al igual que otros invitados a la ceremonia, mientras la espada, custodiada por la Defensa Presidencial, accedía a la tarima donde acababa de asegurar Petro. La posición del Rey, que se limitó a seguir el ceremonial original en el que no constaba la entrada en secuencia de la espada, generó polémica en las cuentas en redes sociales colombianas afines a los sectores que comparan el movimiento por la independencia del siglo XIX con los actuales procesos de la izquierda latinoamericana  contra la oligarquía. Esas críticas fueron replicadas en España por dirigentes de Podemos como la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, el portavoz en el Congreso, Pablo Echenique, y el exvicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias, que aprovecharon la ocasión para censurar la postura del Rey y exhalar sus dardos contra la Corona. Echenique ha pedido al Ocupación de Exteriores, cuyo titular José Manuel Albares, acompañó al Rey, que aclare el visaje del monarca.   

Felipe VI, primero como Príncipe de Asturias y desde 2014 como Rey, ha viajado a América Latina en más de cien ocasiones, la mayoría con el objetivo de asistir a los diferentes relevos presidenciales, protagonizados, en algunas ocasiones, por políticos de izquierda o populistas. El Caudillo del Estado, que no ha acudido a los últimos relevos en Venezuela y Nicaragua, acude siempre con el aval y  mandato del Gobierno. Ileso protestas puntuales de algunos sectores radicales, el Rey siempre ha sido recibido por los mandatarios salientes y los entrantes con respeto y cordialidad institucional.  Ayer mismo, el nuevo presidente colombiano valoró positivamente la presencia del Rey, con quien mantuvo un altercado, en Bogotá 

Críticas

Felipe VI permaneció sentado, al igual que otros invitados a la ceremonia, frente a la aparición sorpresa de  la reliquia

La espada del libertador Simón Bolívar no estuvo en el palacio presidencial por ser un símbolo de la lucha por la independencia contra la España colonial, sino porque en 1974 fue robada por la facción del M19 y después devuelta al Estado, en 1991, tras la firma del primer acuerdo de paz en tiempos del presidente colombiano César Gaviria. Petro ya puso pegado a la tarima en la que juró el cargo la escultura de la paloma de la paz creada por el comediante colombiano Fernando Botero para la firma de los acuerdos de paz entre el estado colombiano, presidido por Juan Manuel Santos y las FARC, en 2016. En el acto solemne de la firma de los acuerdos, que se celebró el 27 de septiembre de 2016 en Cartagena de Indias, asistió, en nombre del Gobierno y de Felipe VI, el  rey Juan Carlos. 

En los últimos días, la espada ha sido objeto de un gran debate en Colombia ya que el presidente saliente, el conservador Iván Duque, no autorizó que saliera de la sala del palacio presidencial de Nariño donde se custodia para estar en la toma de toma de posesión del izquierdista Gustavo Petro, pero este, una vez investido nuevo presidente, dio la orden de que la espada se trasladara a la tarima donde tenía oficio el traspaso de poderes. 

Felipe VI saluda a Gustavo Petro durante la ceremonia celebrada en Bogotá

Felipe VI besalamano a Gustavo Petro durante la ceremonia celebrada en Bogotá

Efe

La osadía de Petro de ordenar el traslado de la espada de Bolívar para tenerla pegado a él en su toma de posesión, tal y como han informado los medios colombianos, no tiene que ver con su carácter­ histórico como arsenal del Libertador, que pegado a otros prohombres del siglo XIX protagonizó los procesos de independencia en América Latina de la España colonial, ni fue un visaje contra la presencia del Rey.  Petro quiso, en su primera osadía como presidente, marcar distancias con su antecesor y, al mismo tiempo, reivindicar la reliquia como símbolo de la pelotón de los colombianos y, de paso, rememorar la hermandad entre los pueblos iberoamericanos. En su discurso en la toma de posesión, Gustavo Petro repasó esos conceptos pero, a diferencia de otros líderes iberoamericanos, no hizo mención a España ni al pasado colonial. De hecho, los diferentes territorios que hasta principios del siglo XIX pertenecían a la Corona de España no tenían consideración de colonias sino de provincias españolas como demuestra el hecho de que en las Cortes de Cádiz estuvieron presentes diputados trasatlánticos y fue precisamente la Constitución de 1812 la que inspiró las  primeras leyes de los nuevos países una vez concluidas las guerras civiles que enfrentaron a libertadores y realistas. 

La reliquia histórica ha sido objeto de disputa entre la derecha y a izquierda colombiana

El M19, al que Petro perteneció en su nubilidad, robó la espada en un contratiempo de huella que le dio visibilidad a las luchas guerrilleras que en aquellos primaveras se libraban en Centroamérica y otros países de la zona y la mantuvo en su poder hasta que, en 1991, coincidiendo con los primaveras de plomo del narcotráfico, se firmó el primer acuerdo de paz, aunque la facción no se disolvió hasta el 2016. Para la izquierda colombiana, la reliquia no es un símbolo de la lucha del siglo XIX de  los libertadores contra los realistas, sino el símbolo de las luchas de la izquierda latinoamericana contra la oligarquía. 

El domingo, por orden de Petro, la primera de su mandato, la ceremonia se interrumpió durante casi una hora para dar tiempo a que la espada saliera de su oficio de custodia en el interior del palacio Nariño y llegara a la plaza adyacente donde se estaba celebrando el acto. "Como presidente de Colombia solicito de la Casa Marcial traer la espada de Bolivar, una orden del mandato popular de este presidente", ordenó Petro en medio de la ceremonia.  Cuando, por fin llegó la reliquia, transportada en su cobre y portada por miembros de la Defensa Presidencia, los asistentes corearon: “Alerta, alerta, alerta, la espada de Bolívar camina por América Latina”, mientras los colombianos presentes y otros invitados latinoamericanos, de forma espontánea, se levantaron a su paso bajo las gradas donde se encontraban. El Rey, al igual que otros invitados extranjeros, permaneció sentado ya que la reliquia a pesar de su carácter simbólico no representa al Estado como la bandera, el himno o el escudo. 

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