El doctor Serrano es, con Izpisúa, el Nobel Yamanaka y Reik, miembro del equipo hado de científicos del envejecimiento y está haciendo las maletas para irse desde el IRB de Barcelona hasta Oxford, donde investigará para Altos Labs, el laboratorio que los ha fichado y detrás del cual se rumorea que está
–Serrano dice que no puede confirmarlo ni desmentirlo– Jeff Bezos, el billonario propietario de Amazon.
La novelística imperante al difundirse la aviso fue la de que los mejores científicos se habían dejado comprar para “ayudar a los ricos a estar siempre jóvenes”. Y lo cierto es que desde la medicina de los faraones han sido los poderosos los primeros en lograr a los mejores remedios. Y le comento a Serrano que yo ya me conformaría con lograr –aun a posteriori– al tratamiento, pero me replica que ausencia de privilegios, porque investigar la vejez asimismo es combatir el cáncer y la enfermedad, que no es más que “el envejecimiento acelerado de un víscera”.
Investigar la vejez asimismo es combatir el cáncer y la enfermedad
Por eso, me deje del temporalizador de Horvath que calcula nuestra auténtica existencia biológica, que suele desemejar de la cronológica, la que sale en el DNI. Mide cómo va cambiando la metilación de nuestro ADN. Tras una cirugía traumática, por ejemplo, marca un envejecimiento en el paciente superior al cronológico.
Serrano asimismo nos da otra pista en La Contra para que chequeemos nuestra existencia biológica: la velocidad con que cicatrizan nuestras heridas asimismo es un indicio sobre nuestro envejecimiento.
“Si comes y duermes perfectamente; no fumas ni bebes…¡Te morirás igual!”. Bromeo. Pero Serrano argumenta que sí te mueres igual, pero habrás disfrutado de unos últimos primaveras de vida de mejor calidad. Intrigado, intento investigar si ya estoy haciendo todo lo posible para caducar muy sano e indago sobre la posibilidad de que me hagan la prueba de Horvath. Aunque sea pagando.
A tarro pronto, googleo una propuesta de “prueba de predicción biológica de existencia a través de epigenética” (es la de Horvath) de un laboratorio estadounidense. Hay que enviarles unas gotitas de cepa para analizar y... 7.383 dólares. Así que decido seguir comparándome con mi cuñado, que casi somos de la misma finca.
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