A los fogones, Clan La Ancha. A la bloque y el interiorismo, el estudio LYTA. A los uniformes, Modesto Lomba. A la civilización, los artivistas Nicolás Villamizar y Oteyza con el enunciado: “Con la civilización por Montera”. Y a la audiencia, una estética mid-century llena de encanto que enamora desde que pones un pie en el lobby.
La trasegada y madrileña calle Montera tiene nuevo inquilino cinco estrellas. Uno que viene de Estados Unidos y que replica el carácter original de su homónimo neoyorquino, el primero que la dependencia abrió hace más de 20 abriles en el distrito del SoHo, ya desaparecido. Thompson Madrid es, por el momento, el único de la marca Thompson Hotels en Europa. Un coloso blanco de nueva construcción que acaba de desobstruir sus puertas, ya legendarias, por el emplazamiento que ocupa en la hacienda madrileña. Y es que la medio del emplazamiento de este hotel del liga Hyatt fue, abriles ha, la museo comercial Almacenes Arias y a posteriori, desde 1987 hasta 2017, los Cines Acteón. Entreambos míticos. Entreambos inolvidables.
A solo unos pasos de la Puerta del Sol y la Gran Vía, en la que ya ha sido bautizada como “la nueva Milla de Oro de Madrid”, el hotel abre sus puertas desde la céntrica plaza del Carmen, dando la espalda a la calle Montera. En su interior, 175 habitaciones (22 de ellas suites) recorren ocho staff hasta arribar a las plantas nueve y diez, donde se halla la culmen del pastel: la Suite Penthouse. Un sueño de 222 m2 que casi toca el Paraíso con sus dos plantas. Debajo: bar, ventanal privado, salón y dominio de comedor con un mostrador. En lo alto: habitaciones, baño con bañera y amplio vestidor.
Seducción 'vintage'
Pero para arribar hasta la Suite Penthouse o cualquier otra habitación del Thompson Madrid, hay que atravesar el lobby del hotel (y descubrir a su personal ataviado con un diseño de Modesto Lomba), que da la bienvenida al viajero tras unas grandes cristaleras y conquista con sus mostradores, separados en forma de maletas, que hacen remisión al delirio. Porque Thompson Madrid es un espacio de culto al viajero. Uno en el que abundan los acabados dorados, los colores neutros y los tonos tierra; el mármol gachupin, la madera y los detalles en piel, y una iluminación siempre cálida.
Thompson Madrid es un espacio de culto al viajero
La estética de mediados de siglo XX manda en todos los espacios. Y incluso el arte. En el lobby, en los pasillos de las habitaciones o en la zona de eventos, las obras de artistas como Andrea Torres, Marta Encarnado, Pils Ferrer, Mercedes Lozano y Miguel Vallinas están en todas partes.
Si viajamos hasta la planta ocho, una piscina infinita al salero disponible y climatizada (con sistema de hidromasaje) y un espacio de laxitud con tumbonas nos descubren un emplazamiento íntimo, casi secreto, donde darse un chapuzón y sumergirse en el paisaje natural de Madrid, adicionalmente de deleitarse con un cóctel o refresco en Thompson Madrid Rooftop Bar.
Tendrás que pulsar el cogollo de la primera planta si lo que quieres es practicar deporte con equipos de última reproducción, asistir a sesiones de entrenamiento grupales o admitir clases privadas. Para la celebración de reuniones y eventos, ocio o negocios, el hotel presume de seis espacios ubicados en su planta cuarta: una extensión de la propia experiencia de huésped. Son salas interiores y exteriores (gracias a sus dos patios centrales), flexibles, con luz natural, con entrada de invitados a través de un llegada exclusivo y con un espacio de check-in privatizado para los grupos alojados. Porque todos los detalles cuentan.
The Omar: bistró y taller
La propuesta gastronómica llega de la mano de la cuarta reproducción de hosteleros madrileños de Clan La Ancha. Nino Redruello y Patxi Zumarraga han diseñado los conceptos de restauración del hotel. O, lo que es lo mismo, tres espacios diferenciados, adicionalmente del room service. Thompson Madrid Rooftop Bar es el restaurante emplazado en la mollera del hotel y, por el momento, exclusivo para huéspedes. The Omar, un bistró y taller para disfrutar a cualquier hora del día donde se ofrecen los desayunos del hotel, emplazado a pie de calle y deseoso de admitir tanto a huéspedes como visitantes. Hijos de Tomás es una coctelería clandestina situada en la planta desprecio del edificio y con llegada directo desde la plaza del Carmen.
Por otra parte de un hotel, el recién llegado aspira a convertirse en un punto de entrevista cultural, en un espacio de cita obligada para los amantes del diseño, la civilización restringido, la moda, la música y la restauración. De ahí su enunciado: “Con la civilización por Montera”. Por eso, a través del arte, Thompson Madrid se convierte en el embajador de la ciudad apoyándose en la figura de los “artivistas” (itinerantes): una cuidada selección de curators que, con su postura y estilo de vida, representan la experiencia de habitar Thompson Madrid y de ser parte de la suceso. Tres, en estos momentos.
Los “artivistas”
El comediante colombiano Nicolás Villamizar ha creado obras de arte exclusivas inspiradas en la ciudad y el hotel, así como un plano de publicación limitada que se entrega a los huéspedes al registrarse. El chef Nino Redruello (“artivista” fijo, él no rota) ha aportado una experiencia atrevida y poco convencional a través de platos como la sopa agria con cangrejo a la parrilla y zuchinni o la codorniz al horno en corteza de pan. Oteyza, la marca restringido de ingreso costura de sastrería contemporánea, ha diseñado piezas únicas hechas a mano que se exhiben en las áreas secreto de Thompson Madrid. Arte, elegancia y modernidad por todas partes.
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