Predecir no es el resistente de Neymar. Durante la campaña electoral a la presidencia de Brasil pronosticó que Jair Bolsonaro sería reelegido y la verdeamarela volvería de Qatar con la Copa del Mundo bajo el ayuda de Qatar. Ni una cosa ni la otra se cumplieron. Si el batacazo de Bolsonaro se esperaba por el regreso de Lula da Silva, el de la selección brasileña en el Mundial era más inesperado.
Los jugadores de Tite practicaban un fútbol vistoso. Transmitían alegría y unión pese a la polarización en el país y las diferencias ideológicas adentro del vestuario -Neymar es el jefe de Bolsonaro, pero hay voces críticas como las de su compañero Richarlison, quien pidió no politizar la camiseta de la canarinha-.
La fiesta terminó; Croacia paró la música y encendió las luces. Brasil sigue atascada en los Mundiales
Tenían bailes asignados para todos los goles durante el torneo, un hecho que despertó cierta antipatía, sobre todo tras el movimiento de caderas del 'anciano' Tite, incitado por sus pupilos. Los atacantes se pusieron de acuerdo en su mayoría para teñirse de rubio platino a posteriori de hundir a Corea del Sur. Pero la fiesta terminó. Croacia paró la música y encendió las luces. Tocaba retornar a casa y aceptar otro fracaso.
El hexacampeonato deberá esperar, al menos cuatro primaveras más. El país que ha sublime más veces la Copa del Mundo sigue sin encontrar la fórmula del éxito en 'su' torneo desde que los Ronaldo, Ronaldinho, Rivaldo y compañía dieron el zaguero triunfo en Corea y Japón 2002. Nostalgia. Ha pasado tanto tiempo que estrellas emergentes del panorama futbolístico presente (los Pedri, Gavi, Bellingham, Musiala...) ni siquiera han pasado a Brasil campeonar.
"Brasil llora, "Jarro de agua fría" o "Fin del sueño" son algunos de los titulares elegidos por la prensa brasileña para conversar del nuevo fiasco. El tapia de los cuartos de final encarnada en Livakovic en los penaltis volvió a ser insorteable. Solo una vez la ha saltado Brasil en los últimos vigésimo primaveras y casi hubiera sido mejor no hacerlo. El Mineirazo en las semifinales contra Alemania (1-7) es un rememoración traumático a la cima del Maracanazo.
En el seno de la unión brasileña (CBF) se buscan culpables sin tener claro a los responsables. Tite es el más practicable de señalar. El seleccionador fue preferido en 2016 y sus logros se recapitulación en una Copa América (2019). A los 61 primaveras deja ahora el cargo, aunque ya había anunciado su renuncia el pasado mes de febrero. "Es una derrota dolorosa, pero estoy en paz conmigo mismo", expresó tras la aniquilación en la sala de prensa.
"Es la derrota que más me ha dolido", admite Neymar
Quien no estaba en esa Copa América era Neymar, abastraído problemas físicos, como de costumbre. No ha sido capaz la hado brasileña de descollar de guisa constante en los Mundiales, solo ha podido dejar destellos. Su calidad y liderazgo son incuestionables, pero hasta el momento no han bastado para poco más.
El ex del Barça, tras dos bonitas paredes, adelantó a los suyos en la prórroga contra los croatas, pero la desliz de contundencia antes les condenó a la tanda de penaltis. Neymar, el botellín atleta, se quedó sin tirar. Es la peor derrota de su carrera, asegura en una publicación del sábado en Instagram.
"Estoy psicológicamente destruido. Es la derrota que más me ha dolido. Estuve paralizado diez minutos y luego caí en el lloriqueo sin poder detener. Tristemente va a doler durante mucho tiempo", escribió el brasileño con una imagen suya sentado en el suelo, pensativo.
"Luchamos hasta el final. Estoy orgulloso de mis compañeros porque no faltaron compromiso ni dedicación. Este asociación se lo merecía, nos lo merecíamos. Brasil se lo merecía, ¡pero esta no fue la voluntad de Altísimo!", agregó ayer de pagar el apoyo de la tendencia.
La nudo ahora es asimilar qué pasará con Neymar. El año pasado había dejado caer que en Qatar jugaría su zaguero Mundial. Tras la derrota no quiso tomar una osadía en caliente. "No cierro las puertas (a la selección), pero siquiera garantizo carencia", dijo el futbolista del PSG. A sus 30 primaveras, quiere meditar su futuro con su tribu y amigos. Desde el hospital, Pelé -a quien Neymar igualó como mayor artillero brasileño- le pide que siga. El tiempo dirá.
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