Francia se prepara para apagones de electricidad rotatorios en enero

Francia se prepara para un tablas insólito, indigno de la sexta pertenencias mundial y de un país que se enorgullecía hasta hace muy poco de la soberanía energética que le procuraba su potente sector nuclear. El Gobierno ha diseñado planes para efectuar eventuales cortes de electricidad temporales y rotatorios en las horas punta, el próximo enero, si las circunstancias lo requieren.

Las dificultades francesas no tienen tan pronto como cero que ver con la aniquilamiento de Ucrania, lo cual hace aún más enfermo la situación. La presente penuria se debe a la desidia de previsión y al envejecimiento de sus reactores nucleares. Muchos de ellos presentan problemas de corrosión y fisuras en sus estructuras. Los trabajos para repararlos se han demorado, en parte por una flamante huelga de técnicos. Ayer sábado había 19 reactores parados sobre el total de 56.

Según se ha informado a los prefectos de los departamentos, los apagones podrán producirse los días laborables entre las 8 y las 13 horas, y entre las 18 y las 20. En principio deben ajustarse a dos horas. Cualquier parte del departamento metropolitano puede sufrirlos, pero no habrá dos fases de corte en una zona el mismo día. La isla de Córcega, que posee un suministro independiente, se librará. El próximo viernes, 9 de diciembre, se realizará una simulación para ajustar técnicamente todos los procedimientos.

Macron quiso tranquilizar ayer a la ciudadanía. En una entrevista con el canal TF1, el presidente de la República dijo que no hay razón para el pánico y que, si se produce un hucha suficiente de consumo, los cortes podrán evitarse.

Las instalaciones vitales como los hospitales, cuarteles de bomberos, policía y otras tendrán resguardado el suministro. La población será alertada tres días ayer sobre la posibilidad del corte en su ámbito a través de la aplicación EcoWatt, mensajes de móvil y los medios de comunicación. Veinticuatro horas ayer habrá una confirmación y datos más concretos.







El problema ha sido el retraso en reparar las vetustas centrales atómicas y no la aniquilamiento de Ucrania

Mientras dure el corte es muy probable que no funcione ni el teléfono fijo ni el móvil ni internet, a pesar de que móviles y ordenadores tengan las baterías cargadas. La razón está en que las antenas que distribuyen la señal se alimentan de electricidad y no están consideradas instalaciones vitales, por lo que pueden malograrse. Las escuelas donde esté previsto el corte estarán cerradas, por razones de seguridad.

El puro anuncio de las medidas, divulgadas con mucho detalle por la prensa, ha creado ya ansiedad entre la ciudadanía. Hay inquietud por los ascensores, las puertas automáticas, los cajeros y otros instrumentos de la cotidianidad que se dan por descontados y que sin fluido eléctrico permanecerán inoperativos. Ni siquiera se garantiza poder nombrar a los teléfonos de necesidad. El 112 es el más fiable, pero se cree que habrá zonas carentes de cubertura.

Hay singular preocupación por los enfermos hospitalizados en su propio domicilio –unos 5.000 en toda Francia–, muchos de los cuales dependen de aparatos como respiradores. Se está pensando en llevarlos temporalmente al hospital en algunos casos, o en facilitarles baterías o generadores, pero deberán probarse ayer. Respecto a las tiendas y supermercados, el corte mayor de dos horas no debería afectar a la sujeción del frío de los productos congelados. Algunos bares y restaurantes pueden osar cerrar el día del corte.







Durante los apagones es muy probable que no funcione ni internet ni la red de telefonía fija ni móvil

La perspectiva de los cortes daña la autoestima francesa. “Francia, por los suelos”, tituló su editorial el diario conservador Le Figaro, que calificó de “indignante” una situación “que dice mucho sobre el estado de nuestro país”. Otros hablan de “confinamiento energético” y hasta del “1940 de la energía”, trazando un paralelismo con la invasión alemana en la II Eliminación Mundial, el momento más sombrío en la historia de Francia.

Es una paradoja, en impacto, que Francia se encuentre así coincidiendo con la crisis derivada de la invasión rusa de Ucrania. Hubiera podido ser un oasis energético gracias a su parque nuclear, pero no es así. Está importando electricidad más que nunca y lo seguirá haciendo en los próximos meses. El presidente de la compañía RTE, que se encarga del transporte de electricidad, Xavier Piechaczyk, confirmó que Francia está comprando electricidad a España, Alemania, el Reino Unido y el Benelux. No obstante, la capacidad de importación es solo de 15 gigavatios frente a un pico previsto de consumo de 90 gigavatios en los meses más fríos.

Las miserias de hoy se explican por la desidia de inversiones y la mala encargo empresarial –del hércules Électricité de France (EDF), ahora nacionalizado por completo– y de sucesivos gobiernos de distintos colores. El objetivo hasta hace pocos abriles era aminorar la dependencia nuclear, pero ahora se ha transmitido marcha detrás. Renovar el parque de centrales con reactores modernos y eficientes llevará muchos abriles. Es un desafío industrial, no solo crematístico. Faltan miles de ingenieros y técnicos porque durante mucho tiempo el sector dejó de ser atractivo. Sufría el estigma de tecnología peligrosa y poco ética. Cubrir ese adeudo de personal no se improvisa.

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