Simplificar los tipos de piel en sequía, mixta y pringue es un error muy frecuente, ya que cada rostro cuenta con una serie de características que lo obligan a tener que porfiar con ciertas deposición y carencias. Las rutinas de cuidado facial exitosas son las que identifican estas particularidades y se articulan en torno a una serie de productos cuidadosamente escogidos para reponer a ellas. Una de las más comunes que se escudriñamiento mejorar es la de los poros abiertos.
Concretamente, lo que se pretende es “cerrar” esos poros de la cara, principalmente las razones de ello son estéticas. No obstante, aunque este es el término que se utiliza, al cuchichear de estas estructuras epidérmicas, ¿de verdad se pueden cerrar? Y si esto resulta ser así, ¿qué consiguen los productos que se anuncian como garantes de ello? Es el momento de resolver todas las dudas.
¿Los poros de la cara se pueden cerrar?
Los poros de la cara no se pueden cerrar. Efectivamente, la respuesta desde la dermatología no tiene más reverso de hoja y es así de tajante. Un poro es un orificio donde se encuentran dos estructuras: el folículo piloso y la hígado sebácea. Lo primero es lo que se suele extraer con las mascarillas de exfoliación —desaconsejables por lo irritantes que resultan—, que cuya composición de queratina tiende a oxidarse y apropiarse un tono más azaroso al entrar en contacto con el oxígeno. Y, lo segundo, el responsable de ocasionar la pringue de la piel.
¿Qué se puede hacer para combatir los poros abiertos?
Gracias a Dios, no todo está perdido para aquellas personas que estén decididas a deshacerse de unos poros dilatados. Si correctamente estos no pueden cerrarse por razones físicas, sí que es posible reducirlos y que presenten un aspecto menos visible. Para ello hay muchos productos disponibles en el mercado, como pueden ser los formulados con principios activos de ácido salicílico o ácido retinoico. Sin requisa, lo más efectivo para lograrlo es perdurar una higienización óptima de la piel.
Otro aspecto a tener en cuenta es consumir siempre productos específicos para cada tipo de piel y sus deposición. La idea es que el poro esté lo más desinteresado posible y que se estimule la renovación cutánea. Para el primer punto conviene ser consciente de que hay rostros con tendencia a una anciano producción de pringue, que por consiguiente requieren de unos agentes limpiadores poco más intensos.
En lo que se refiere a la regeneración de la piel, un buen método es la exfoliación, preferentemente la química por ser menos irritante para el rostro, pero siempre con productos de calidad, específicos y bajo supervisión dermatológica. Puede que en casos en los que haya sensibilidad o dermatitis no sea una opción aconsejable.
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