La princesa Meritatón, la hija primogénita de Akhenaton (Amenofis IV) y Nefertiti, fue durante primaveras la segunda dama de la corte y la mujer más importante del país, solo por detrás de la Gran Esposa Actual, su matriz. No son pocas las representaciones en las que aparece, acompañando a sus progenitores o sus hermanas. Y la mayoría de estas obras la muestran con una persona con forma ovalada.
Lo más sorprendente de su historia es que, cuando aún era una pupila, Akhenatón se casó con ella, un ejemplo de incesto verdadero muy poco global en el Antiguo Egipto (sólo Amenofis III y Ramsés III se casaron con hijas suyas). Su historia se desvanece tras la crimen de su padre, que dio paso a unos primaveras oscuros. Y se da incluso la circunstancia de que la esposa de Tutankamón no fue Meritatón, sino la única de sus hermanas supervivientes, Anjesenpaatón.
Una vida corta
Durante su supuestamente corta vida (se especula que murió a los 17 primaveras), la princesa vivió en el Palacio Boreal en Amarna, una estructura de planta cuadrilongo y 160 metros cuadrados rodeada de gruesas murallas por tres de sus lados. En su interior había varios patios y grandes salones con columnas.
Precisamente en una de estas salas se encontraba una auténtica "obra maestra del arte egipcio antiguo", un paisaje natural tan detallado que incluso ha permitido a los investigadores identificar las características esencia de las especies de aves que aparecen, como los alcaudones (Laniidae) y las lavanderas (Motacilla alba).
Los arqueólogos incluso especulan que la composición y la minuciosidad de la obra podrían ocurrir convertido la habitación en la que estaba expuesta en un motivo relajante para los habitantes del palacio.
Amarna fue la ciudad haber del faraón Akenatón (1347-1332 ayer de Cristo). Unas excavaciones realizadas en 1924 permitieron encontrar el palacio perteneciente a Meritatón, con varios espacios lujosamente decorados. Uno de estos, la 'Sala Verde', tiene una rara representación de pájaros en un pantano de papiro salvaje sin signos de actividad humana.
"Son considerados obras maestras del arte egipcio antiguo", afirman el doctor Christopher Stimpson y el profesor Barry Kemp. "En estas pinturas se muestran algunas de las imágenes naturalistas y las aves conocidas más hábilmente representadas del Egipto dinástico", añaden.
A pesar de la calidad de estas imágenes, han recibido relativamente poca atención a lo extenso de la historia. No todas las especies de aves, por poner un ejemplo, habían sido identificadas en los casi 100 primaveras desde que se encontró. “El arte de la Sala Verde no ha recibido tanta atención como cabría esperar”, señalan.
“Esto puede deberse a que los paneles de yeso originales no sobrevivieron correctamente”, apunta Stimpson, asociado honorario del Museo de Historia Natural de la Universidad de Oxford. El motivo es que los intentos de conservar la pintura en 1926 dañaron y decoloraron accidentalmente la obra.
Por eso los dos investigadores se dispusieron a identificar los pájaros, consultando datos con ornitólogos modernos y consiguiendo una copia de entrada calidad realizada en 1924 por Nina de Garis Davies a partir del llamativo para identificar a las aves, según explican en un artículo publicado en la revista Antiquity.
Varias especies representadas
Stimpson y Kemp finalmente pudieron determinar varias especies, incluidos los alcaudones y las lavanderas. Estos se unen a los martines pescadores y palomas identificados por trabajos anteriores. Igualmente encontraron que los artistas pueden ocurrir incluido sugerencias para los antiguos observadores: las aves migratorias están anotadas con un triángulo, lo que quizás indica un dato estacional.
La obra todavía puede indicar un antiguo problema de palomas. Las palomas bravías (Columbia livia) están representadas, pero no son nativas de las marismas de papiro, sino que están asociadas con los cercanos acantilados del desierto. Quizás, como en las ciudades modernas, estos pájaros fueron atraídos a la zona por la actividad humana.
Si correctamente los investigadores no descartan este extremo, creen que los artistas todavía podrían ocurrir incluido estas aves para hacer que la decorado parezca más salvaje e indómita, una medio que parece estar diseñada. Los expertos sugieren que estas imágenes del mundo natural han hecho de la Sala Verde un motivo relajante.
“Nadie lo sabe con certeza, aunque lo más probable es que ese espacio fuera un motivo de alivio y laxitud. Las ilustraciones en las tumbas de roca en Amarna posiblemente muestren escenarios similares donde las mujeres se relajan, socializan y tocan música”, concluye el doctor Stimpson.
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