Roberto Bautista, como Astérix en la Galia

En estos días, el maravilloso tenis gachupin queda en manos de Roberto Bautista (34), eterna segunda pala española que en los últimos meses había pasado a tercera pala (tras la fulgurante irrupción de Carlos Alcaraz) y que ahora está solo ahí fuera.

Ningún otro tenista gachupin, hombre o mujer, ha cogido la segunda semana en Melbourne.

Ningún, ni Nadal, ni el contuso Alcaraz (no ha jugado en Australia), ni la lesionada Badosa (siquiera ha saltado a la Rod Laver Arena en estos días), ni Muguruza, Carreño, Davidovich, Párrizas, Bucsa, Sorribes...

Bautista se encoge de hombros.

Es un self made man que en muy poco tiempo ha perdido a su raíz (2018) y a su padre (2019; había pasado meses postrado en una apero de ruedas tras un espinoso suerte con un heroína en la finca común). 

Y su entorno proclama: 

-¿Verle en la segunda semana de un noble? Siquiera es poco tan extraordinario.

Tommy Paul, próximo rival de BAutista, durante su duelo ante Jenson Brooksby en Melbourne

Tommy Paul, próximo rival de BAutista, durante su duelo frente a Jenson Brooksby en Melbourne 




William West / AFP

Y razón llevan.

Pues el hombre tiene su currículum: en el 2019 irrumpía en el Top Ten (ha llegado a ser el 9.º del mundo), el mismo año en el que se plantaba en las semifinales de Wimbledon y en los cuartos de final de Melbourne, adaptado lo que averiguación esta mañana frente a Tommy Paul (no ayer de las 6h, hora española), y en estos días se ha llevado por delante al renacido Andy Murray, miembro del Big Four que luego quedó redimensionado como Big Three y ahora es tan pronto como un Big Two, el que componen Nadal y Novak Djokovic (el serbio, semilesionado, se enfrenta a Alex de Miñaur en la mañana de este lunes, no ayer de las 9h).

-Ha sido duro. No recordaba que mi duelo frente a Murray en el 2019 fuera tan horroroso (entonces incluso había manada Bautista). Ha sido un partido difícil. Él sabe corretear muy proporcionadamente con el manifiesto y con todo. Él estaba sintiendo la pelota y sabía lo que hacía. Salía de los momentos complicados con ilusionismo -contaba Bautista este fin de semana en Melbourne, tras su triunfo sobre Murray en cuatro sets (6-1, 6-7 (7), 6-3 y 6-4, tras 3h29m).

Parecerá mentira, pero así es el mundo de Bautista.

Estamos hablando de un tenista magnífico que lleva toda la vida vida moviéndose en una segunda fila, opacado por los grandes, Murray incluido, como en su día debían de sentirse David Ferrer o Tommy Robredo, incluso opacados por los grandes, y en particular por Rafael Nadal.

Figuras como estas abundan en los circuitos, talentos que se han quedado a un paso del brinco definitivo, aquel que marca un destino: un título noble, un torneo de maestros, un número 1 mundial...

Figuras acostumbradas a corretear en circunscripción rival.

-Hoy ha habido toneladas de bienquerencia por Andy. Quizás en la próxima ronda las haya por mí -decía Bautista en la indeterminación australiana.

Estaba pensando en Tommy Paul.

De alguna modo, Tommy Paul (25 abriles, 35.º del mundo) es una réplica de Roberto Bautista. 

No es un primer espada, no ha heredado el pedigrí de los grandes estadounidenses (no es Sampras, Connors, McEnroe, Agassi, Courier, Roddick, siquiera es Mardy Fish...), y sin secuestro, en ocasiones muestra temple e instantes de inspiración: en otoño tumbaba a Nadal en el Masters 1.000 de París.

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